Cataluña: de Montilla a Guardans
Zapatero, tahúr de la Meseta, se buscó un cómplice —Montilla— para eliminar a Maragall, burgués catalán perteneciente al Sanedrín o Consejo Nacional de Cataluña, y se encontró con algo que nunca habría imaginado: el remedio era, como mínimo, tan malo como la enfermedad. ¿Hay alguna diferencia entre Montilla y Maragall? Y si la hay, ¿a favor de quién? El Insomne se refiere, claro está, al comportamiento de uno y otro en relación con España y los españoles.
Montilla es exponente de una perfidia difícilmente imaginable y, en la práctica, sin parangón ni por abajo ni por arriba, ni por la izquierda ni por la derecha, mientras que Maragall se inscribe por genealogía y pertenencia social en una burguesía con sus normas de comportamiento y, por lo tanto, con su moral e incluso con su ética. Claro, claro, falsa buena conciencia y omertà.
Por eso, aunque en su momento asumiera la tarea de controlar a la charnegada y endosar sus votos al gobierno madrileño a cambio de competencias y cotas de autogobierno (léase independencia), es un prohombre burgués y un miembro destacado del Sanedrín o Consejo Nacional de Cataluña, algo que el Montilla nunca será. Para pertenecer a ese selectísimo club, lobby o círculo político, económico, social y religioso hay que ser sabra, catalán de mena, y Montilla, charnego descastado, ni lo es ni puede serlo. Él pertenece por destino a la masa anónima y amorfa de los prosélitos.
Sabra es, en cambio, el convergente-divergente Guardans, enemigo personal de Mas, que lo es a su vez de Oriol Pujol y toda la cigronada de los pujolines y los ferrusolos.
El insomne considera que Zapatero está a la altura de las circunstancias en mala fe, pero le falta conocimiento de la realidad catalana. Para comprender esa realidad y estar a la altura de sus transacciones-operaciones debería aprender primero a distinguir entre colaboración y complicidad. Entonces sabría, por ejemplo, que, aunque aparente o formalmente Montilla colabore con el gobierno de Madrid, en el fondo mantiene una relación de complicidad-sumisión con el clan catalán instalado en el complejo político-económico de la Generalidad.
En opinión del Insomne, ese vínculo de complicidad-sumisión establece la línea divisoria entre los catalanes que colaboran con el gobierno de España y los que colaboran contra el Gobierno de España. Al primer grupo pertenece, por ejemplo, el charnego Corbacho, aunque sólo sea por falta de luces; al segundo pertenecen por derecho y por méritos todos los demás, empezando por Narcís Serra, primer ministro de Indefensa de nuestra patria.
Pregunta a los cuatro vientos: ¿de dónde le viene a Zapatero su afición a los chanchullos y su querencia a la ciénaga catalana?
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