Es humanamente lógico y comprensible que, cuando alguien, en vez de ponerse al servicio de una organización, pretende que esa organización esté a su servicio, se procure un equipo de subalternos ad hoc y, si es posible, a su medida.
En definitiva, la talla de aquel nos da la talla de éstos y la talla de estos nos da la talla de aquel.
Nada nuevo bajo los cielos de la España autonómica. Eso lo hacen por igual listos y tontos, políticos y empresarios, gentes ingentes de izquierdas y de derechas.
A partir de ahí es asimismo humanamente lógico y comprensible que ese equipo de subalternos —concebido y utilizado como Guardia de Corps— esté atento a las órdenes y las directrices de su amo y señor y que órdenes y directrices tengan que ver más con las ambiciones personales de éste que con los intereses generales de la organización.
Quid pro quo: tergiversación de objetivos e instrumentalización de medios.
En la práctica, esa operación hace que sean excluidos del organigrama todos aquellos elementos que, por exceso o por defecto, no responden a los designios del planificador.
Con el agravante de que, de acuerdo con la experiencia, en la mayoría de casos el excluido del organigrama pasa a ser disidente y el disidente pasa a ser enemigo declarado y activo de la formación o el partido. Y como tal será presentado y estigmatizado.
En resumen: no es lo mismo un hombre para un proyecto que un proyecto para un hombre. Y, por supuesto, no es lo mismo una rosa para un partido que un partido para Rosa.
En opinión del Insomne, lo ocurrido últimamente en UPyD Cataluña ha sido una tergiversación de objetivos y, a partir de ahí como consecuencia obligada, una eliminación/amputación de recursos humanos.
Esa situación, con sus dos errores básicos, se ha puesto de manifiesto en las pasadas elecciones europeas. Los resultados han sido un retrato de la campaña, la campaña ha sido un retrato de la planificación, la planificación ha sido un retrato del cerebro planificador.
El demiurgo.
El Insomne considera que un partido político, mínime si es un partido pequeño pero ambicioso en sus objetivos, no puede permitirse errar reiteradamente en la elección y fijación de sus objetivos y/o prescindir de alguna de sus fuerzas activas, habida cuenta que estas serán siempre exiguas e incluso insuficientes.
Él entiende que las formaciones políticas se nutren de las aportaciones voluntarias, siempre voluntarias, de sus afiliados. En última instancia, cada uno de ellos elige/decide la parcela y las condiciones en las que quiere colaborar. Todo lo que debe hacer es disparar cuando le digan y a donde le digan.
En este caso, los objetivos ya están fijados. De eso se cuida, con celo y celosía, el Consejo de los Gorriaranes, conocidos en el búnker de pladur y letra impresa como los Caballeros o Adalides de la Rosa.
En cuanto al fuego de fusilería, el Insomne, viejo soldado del Ejército español, considera que el secreto está en que todos disparen al mismo tiempo y en la misma dirección.
UPyD Cataluña puede darse por satisfecha con los resultados de las elecciones europeas si considera que ha salvado los muebles, aunque sea a cuenta de inventario.
Delante tiene unas elecciones autonómicas que pueden ser su gran oportunidad. En ellas debería empezar a pensar, ya ahora, con criterios integradores basados en la lealtad y la generosidad.
Se lo dice un disidente, y es sabido que disidentes y heterodoxos son, a menudo, defensores acérrimos de la ortodoxia.
Pregunta a los cuatro vientos: ¿saben los dirigentes de UPyD que el fuego concentrado en el tiempo y en el espacio puede obrar milagros y hacer creer al enemigo que está no ante una jarca sino ante un ejército de verdad?