Irán: tribu y nación; sharia y democracia
El Insomne lee en algún sitio que para los habitantes del desierto hay tribus, no naciones. Y, como para comprender a alguien hay que llegar a pensar con su cabeza y desde su cabeza, él considera que, si queremos comprender a los iraníes, debemos tratar de reproducir sus procesos mentales y, a partir de ahí, procurar pensar como ellos.
Comprender o entender a alguien no significa estar necesariamente de acuerdo con él y tampoco darle la razón.
Por cierto, los iraníes no son árabes; son arios de religión mahometana. De hecho, su régimen socio-político es la sharia, teocracia basada en el Corán.
Israel tiene derecho a vivir y sobrevivir pero no a asentar su seguridad en el enfrentamiento permanente de los pueblos árabes-musulmanes provocado, fomentado y azuzado con todos los medios disponibles e imaginables.
Los países industrializados de Occidente, empezando por Estados Unidos e Israel, proporcionan armas a los países árabes/musulmanes con dos fines: con el fin de hacer negocio y con el fin de que esos pueblos se enfrenten entre sí y se aniquilen muturamente.
Por lo que el Insomne sabe, es un secreto a voces difundido por varios escritores y políticos judíos, pues, según dicen, es una de las claves de la seguridad de Israel y del control de Oriente Medio y sus reservas de petróleo por parte de Estados Unidos.
Además, cuando un país árabe decide emplear esas armas contra quienes se las han proporcionado, éstos van y destruyen no sólo esas armas sino incluso las instalaciones militares que les son necesarias para sus proyectos.
Negocio redondo, porque ese pobre país árabe, u otro, u otro, volverá a repetir la operación y, con ella, la inversión.
Si los países industrializados, empezando por Estados Unidos e Israel, no hubieran suministrado las tecnologías y los técnicos necesarios a Irán, Irán no estaría ahora en condiciones de fabricar armas nucleares por sí misma.
Pero, claro, primero está el negocio. Después, la eliminación preventiva de la amenaza en nombre de la paz y la estabilidad mundial.
Para el Insomne, la situación surgida –¡provocada!— tras las elecciones iraníes tiene todo el tufo de una intromisión dolosa en los asuntos internos de un país soberano por parte de varias potencias extranjeras. Y, si eso es así, hay muchas probabilidades de que el tiro les salga por la culata, pues los musulmanes están ya sobre aviso y no parece que Obama vaya a ser capaz de engañarlos y venderles una guerra civil en nombre de la democracia.
Aun así, el Insomne considera que Israel tiene derecho a vivir y sobrevivir. Lo tiene difícil, sumamente difícil. A sus enemigos exteriores se suman los que tiene dentro de sus fronteras. En la actualidad, el veinte por ciento de los israelíes son árabes. Con un crecimiento demográfico claramente favorable. Extinguida la inmigración de los países del Este europeo, Israel podría encontrarse con que, en cincuenta años, más de la mitad de su población fuera árabe y musulmana.
Por muchas razones, el Insomne desea fervientemente que Israel sobreviva. Y sobrevivirá.
Dos preguntas a los cuatro vientos:
¿Tiene derecho Occidente a exportar su modelo político —la democracia parlamentaria— a pueblos de otra cultura e imponérselo por la fuerza?
¿Ha aprendido Obama las lecciones de Vietnam, Irak y Afganistán?
Claro, claro, Irán es otra cosa. Aquí y ahora son ellos contra ellos.
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