Pepe Rubianes
Nunca le había visto actuar. Le conocía por alusiones y referencias indirectas. Sus palabras sobre temas religiosos y sobre España habían hecho que tuviera una opinión muy negativa de él.
Pero ahora que le he visto actuar en televisión, tengo que rendirme y reconocer que era un genio en su especialidad, la parodia, la caricatura.
En mi opinión, el ser humano no sólo tolera sino incluso celebra la transgresión de las convenciones sociales cuando, como en este caso, esa transgresión está al servicio de una epifanía: la contemplación del arte como belleza, la belleza como realidad superior.
El rechazo que me inspira su actitud ante la religión y la unidad de España no consigue nublar mi razón, tanto menos cuanto que, después de oírle y escucharle, he llegado al convencimiento de que, a pesar de sus provocativos desplantes, Pepe Rubianes no era mala persona.
En cualquier caso, como está escrito, por mi parte y de mi parte, de mortuis nihil nisi bonum.
Pregunta a los cuatro vientos: ¿saben siempre los actores dónde termina la vida y dónde empieza el teatro?
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