Artículos del día 5 de agosto de 2009

Abierto por fuga temporal y controlada

El Insomne, acompañado de Margarita,  su señora esposa,  y Blacky, la criaturita del hogar, se va unos días a un campo cercano. Con montaña, el Montseny.

El búnker abre sus puertas y permanece inactivo durante un par de semanas.

Su propietario y morador habitual tiene el propósito de reanudar el trabajo en una novela, ya iniciada,   que se titula precisamente La fuga.  A ver si tiene suerte.

Francisco Camps o la dignidad perdida

El Insomne considera que, de momento,  el culebrón de  Francisco Camps se ha cerrado en falso con un apaño  judicial que, lejos de salvar o  rescatar al presidente de la Comunidad Autónoma de Valencia, lo deja en una situación mucho más precaria y mucho más vulnerable en términos de legalidad.

Camps ha estado declarando personalmente,  durante meses y meses, que  pagó los trajes cuyo importe se le viene reclamando;  que los pagó al contado y, según una de las últimas versiones, al contado y con dinero de la farmacia de su señora esposa.

Todos sabemos que, a pesar de esas y otras declaraciones del mismo signo, el imputado no ha sido capaz de presentar las facturas correspondientes y tampoco pruebas o indicios que de una manera indirecta o parcial pudieran avalar, refrendar o confirmar  su afirmación. No hay facturas, no hay pruebas, no hay indicios. Ni personas ni hechos ni curcunstancias con una mínima consistencia o, al menos, verosimilitud.

Si Camps hubiera sido mínimamente listo o hubiera tenido asesores mínimamente avispados, lo primero que habría hecho es pagar los trajes —-¿por segunda vez?— exigiendo las facturas correspondientes.

Que, muy probablemente, es lo que va a tener que hacer al final.

De ese modo se habría situado en el marco de la ley y habría  desmontado la acusación de que era objeto. Sólo con abonar unos miles de euros.

En lugar de eso, el tal Camps se ha limitado a insistir en  que  ha pagado los trajes.  Pero, lamentablemente, lo ha hecho no ya sin pruebas sino incluso sin la mínima convicción.

La cara de Camps no es la cara  de alguien que cree en lo que dice.

Zapatero lo hace mejor; quiero decir, miente mejor.

Tontos, tontos de remate.  Camps  y sus asesores.

Pero  acaso no tan tontos, pues el hombre y sus hombres guardaban una carta en la bocamanga.

El presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana,  Juan Luis de la Rúa,  estaba dispuesto a sacar  del trance al acusado  con una medida de efecto inmediato:  archivar el caso.

A  los ojos del Insomne, con más sentido común que conocimiento de  leyes, eso es un apaño entre amiguetes.

Tonto Camps, tontos sus asesores,  tonto el juez De la Rúa.

Pregunta a los cuatro vientos: ¿no es lícito  acusar de cohecho a un tribunal que juzga un caso de cohecho y se niega a realizar las diligencias pertinentes para fallar deliberadamente a favor del imputado de acuerdo con una decisión adoptada a priori?

Del Idióticon del Insomne

Cohecho. El diccionario de la Academia de la Lengua lo define como «delito consistente  en sobornar a un juez o a un funcionario en el ejercicio de sus funciones, o en la aceptación del soborno por parte de aquellos».
Sobornar. Según la misma fuente, sobornar consiste en «corromper a alguien con dádivas  para conseguir de él algo».