Don Jordi, español por un año
Para Enric Juliana, espía de pluma serpentina
Días pasados, don Jordi, informado por vía secretísima de que el Tribunal Constitucional había recibido la orden tajante de pulverizar el Estatut, voló furtivamente a los Madriles, capital del país vecino, patria que siempre fue de los malparits españoles.
El homenot se despidió de su esposa y con la cabeza gacha y lágrimas en los ojos le pidió que cuidara de la cigronada.
La Marta asintió pero casi en el mismo instante le reconvino: I tu, molta cura amb els madrilenyos. Son uns barruts!
–Tens raó, noia; tens raó…
Así que llegó a la Villa y Corte del país vecino, don Jordi hizo una serie de visitas a personajes influyentes del ultramundo de la política especializados en intrigas, conjuras y trampantojos.
Uno de los agraciados fue Luis María Anson, quien, nada más verle llegar, masculló con empalago:
–¡Cuánto tiempo, don Jordi!
–Cierto, don Luis . Pues mire, exactamente desde la Transacción.
–¿Qué es eso, don Jordi? Querrá decir usted desde la Transición.
–No, no, para nosotros, los catalanes de mena, aquello fue una mena de transacción. A més a més, de ahí arranca la política de la puta i la Ramoneta, nuestra gloriosa aportación a la historia de las ideas políticas de Occidente.
-Entiendo, entiendo. Pero entonces yo hice que le nombraran a usted español del año.
–Es cierto. Y tengo que reconocer que nos fue muy útil.
-Lo celebro.
–Sí, sí, pero hacer de español por un año puede pasar; por toda la vida, no. Eso sería una traición a Cataluña, a la Marta y a la cigronada. No fotem!
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