Democracia y espíritu democrático
A mi modo de pensar y entender, la ciudadanía, no el pueblo, es el sujeto agente y paciente de los regímenes democráticos «que es fan i es desfan».
Los ciudadanos eligen a sus representantes políticos y, según ilustres hijos de la Ilustración, éstos deben actuar en procura del bien general, aquello que es bueno, sano y provechoso para el conjunto de la sociedad.
Eso significa que la ciudadanía, después de elegir a sus dirigentes políticos, debe velar en todo momento por el recto proceder de estos y actuar en consecuencia.
En democracia, la ciudadanía tiene siempre la primera y la última palabra. Al menos, en teoría.
Yo me tengo ante todo por un patriota español (lamentablemente la cabeza no me da para más) y dejo lo democrático para ese ámbito privado en el que uno decide qué quiere ser y cómo quiere estar en este mundo (Dasein).
¿Acaso no nace ahí el espíritu democrático?