Ataraxia

Este sol de pomeriggio

que me calienta el alma

con ronroneo de gato adormecido

es regalo y es torna

a  una vejez sin duelo.

Y ahora, en el atardecer,

el ojo de mi ojo no ve:

ni ve ni ríe, ni ríe ni canta.

Envuelto  en un  silencio fatal,

nunca fatídico,

vuelvo a la nada,

regreso al Uno.


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