Artículos del día 25 de marzo de 2011

Dos lecciones alemanas

Ante la última gran crisis económica del capitalismo, Alemania optó por mantener básicamente  intacta su máquina productiva y repartir la menor  actividad existente entre su población laboral.  En principio no se amputaría ningún sector productivo ni se despediría a nadie; simplemente  se repartiría de manera equilibrada la  actividad perdida. Todos trabajarían menos pero, en la medida de lo posible,  todos seguirían trabajando.

Si en momentos de  máxima actividad  (Hochkonjunktur) se habían repartido entre todos los productores  los excedentes de trabajo y beneficio, ahora, de acuerdo con la  misma lógica,  había que repartir, igualmente entre todos ellos, mermas y pérdidas.

El resultado de  ese tratamiento de la crisis  está a la vista. El país superó  con creces  sus dificultades e inició rápidamente un nuevo período de pujanza. Todo ello sin dañar ni mutilar su máquina productiva.

La operación resulta tanto más meritoria si tenemos en cuenta que en 1989-1990 Alemania tuvo que asumir íntegramente el coste de su Reunificación (Wiedervereinigung) o, lo que es igual, la asimilación  de  toda una máquina estatal tan burocratizada como ineficaz.

La más reciente  lección alemana ha sido en verdad  menos llamativa pero acaso no menos inteligente e instructiva. Angela Merkel, su  Kanzlerin, decidió no sólo  mantenerse al margen de la desafortunada intervención aliada  en Libia, al parecer urdida por Sarkozy como venganza y  conjura,  sino que además, como para rematar la jugada, sacó literalmente sus barcos del Mediterráneo y así  se los hurtó a la OTAN y su mando supremo.

Moraleja. Ante una situación conflictiva,  la inteligencia práctica o, más exactamente, económica se manifiesta como la facultad de simplificar planteamientos y soluciones en beneficio propio.