Zapatero: herencia y herederos
Como no podía ser por menos, a Zapatero le llegó la hora.
Y se le heló la sonrisa. ¿Para siempre?
Hay noches inolvidables y noches que uno desearía olvidar.
En cierto modo, el hombre se lo veía venir. Los problemas fueron ganando en número y gravedad con el peso del tiempo.
Una situación insostenible incluso para Zapatero, todo un maestro en la manipulación de personas y situaciones.
En el fondo le van situaciones políticas como la de la Tanca catalana e idiosincrasias humanas como las de Jordi Pujol y Roca Junyent.
Lo suyo es la intriga permanente.
Es probable que se mantenga fiel a sí mismo y trate de manipular la situación que le espera. Con los medios que le quedan.
Me inclino a pensar que el futuro interfecto intentará reservarse la secretaría del Partido para seguir controlando el aparato. Falta que lo consiga o, lo que aquí es casi igual, le dejen.
Entre sus últimas voluntades veo:
1) Dejar la deuda del Estado y las Comunidades Autónomas a Elena Salgado, ministra de Economía y Hacienda- No creo que a estas alturas el titular de Industria se deje embaucar y pida la palabra.
2) Los cinco millones de parados y menesterosos se los endosará, como es lógico, a Valeriano Gómez, responsable de recursos humanos.
3) La invasión de Libia, con todos sus gastos y todas sus conjuras de alta política internacional, se la dejará en exclusiva a la Carmeta (Carme Chacón) para que vaya abriendo boca y adquiriendo sentido de la complicidad, pues hay quien quiere hacer de ella una futura jefa de Gobierno de obediencia catalana.
Por lo demás, es posible, incluso probable, que Rubalcaba y la Carmeta, sus albaceas oficiales, se conviertan en sus enterradores de oficio.