En vísperas del 2 de mayo: el puto amo de Guardiola
Tengo a Guardiola por un elemento hábil en el campo de fútbol catalán y sus aledaños, desde La Masía hasta la Generalidad. Hábil y con retranca, comedido en sus palabras y sobre todo en sus mensajes, mensajes en los que, a buen seguro siguiendo la voz imperceptible/perceptible de su santo amo, sabe verter veneno pujoliano en precisas diócesis.
Lenguaje de la puta i la Ramoneta. Marca de la casa.
Confieso que, aun así, no supe a quién se refería el susodicho cuando habló del «puto amo». El gran estratega del fútbol y el futbolín catalanes me había cogido fuera de juego.
Para un ibero que como yo lleva más de veinticinco años en situación de muerte civil no saber quién es el puto amo es tanto como no saber quién le ha privado de sus derechos constitucionales y le oprime a diario con saña y alevosía. Saña y alevosía púnicas.
Triste, tristísimo.
La muerte civil es una especie de muerte diaria. Suerte que uno tiene pelotas y sobre todo imaginación.
La imaginación, cuando se tiene y está viva, permite al interfecto volar y ser libre, sea quien sea el puto amo, y no conocer al puto amo te proporciona la gran ventaja psicológica y moral de que no le odias, pues, como está escrito, nadie odia a quien no conoce.
Ejemplo.
Vas por la calle y de pronto alguien te mira de soslayo. Es el puto amo encarnado en uno de sus agentes/subalternos. Tú no le/lo conoces, pero él te conoce y te reconoce.
Volviendo al fútbol y sus guerras, ¿qué pasará si, siguiendo el ejemplo de la Chacona, Guardiola es nombrado, a un mismo tiempo, entrenador de la selección española y la selección catalana por el puto amo?
Mañana, cuando amanezca, será 2 de mayo; un 2 de mayo sin 2 de mayo.
«Oigo, Patria, tu aflicción…»
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