Artículos de mayo de 2013

Intuición y pregunta

Soy parte de un ser y un universo que a su vez son parte de mi ser y mi universo.

¿Soy parte de un ser y un universo que a su vez son parte de mi ser y mi universo?

España, ¿España?

Soy parte de una España y sus demonios que a su vez son parte de mi España y mis demonios.

¿Soy parte de una España y sus demonios que a su vez son parte de mi España y mis demonios?

CIU es un gran invento

Sí, señor Puig, CIU es un gran invento, el gran invento de la burguesía separatista de Cataluña.

Ni partido político ni coalición de partidos políticos, CIU es sencillamente un invento de esa burguesía, eternamente desleal y eternamente intrigante, nunca entregada en tiempos de paz y nunca derrotada en un  campo de batalla, para hacerse con el poder político (poder absoluto)  mediante una intriga de cuño semítico y formato democrático.

CIU es el último invento, la última tentativa, la última traición de esa burguesía.

¿Se puede llamar nacionalismo a eso?

Cataluña: oligarquía burguesa, no nacionalismo

De acuerdo con mi modo de entender y sentir las cosas de España y sus regiones, lo que tenemos hoy en Cataluña para sufrimiento de muchos y beneficio de pocos no es un movimiento nacional o nacionalista, sino una oligarquía burguesa que encarna y perpetúa la estirpe de las trescientas familias alumbrada por la Revolución industrial, antes y después social, en el siglo XIX, cuyos intereses ha sabido mantener, ampliar y actualizar mediante una praxis y una ideología al hoc.

Entiendo que el nacionalismo es esencialmente un fenómeno social interclasista y como tal,  dentro de sus límites,   integrador, habida cuenta que, por lo que sé, responde básicamente a un doble movimiento vertical, de abajo arriba y de arriba abajo, mientras que las oligarquías burguesas son por definición fenómenos de parasitismo social en cuanto que, en cada caso concreto, sus miembros forman la clase dominante y conforman la ideología dominante que les sirve de base de sustentación económica, sociopolítica e incluso ética (antes también religiosa).

En la práctica, las oligarquías burguesas se manifiestan inicialmente como islas flotantes que, situadas en un estrato sociopolítico superior, describen una trayectoria circular, necesariamente centrípeta y, merced a sus  mecanismos de poliendogamia, tienden a perpetuarse en sí mismas, para sí mismas.

Y aunque tanto el nacionalismo como la oligarquía burguesa invocan el nombre del pueblo y reclaman su voz y su representación en momentos solemnes, considero que son conceptos y realidades sociopolíticas a todas luces diferentes, puesto que, mientras el nacionalismo posee y exhibe un proyecto socialmente integrador articulado  en torno a un eje vertical de matriz histórica, la oligarquía burguesa divide a la sociedad en estratos o clases y, aferrada a su autoconsciencia de clase/casta superior, se mueve en un plano igualmente superior, siempre minoritario y elitista o, lo que viene a ser igual, siempre vedado a la masa popular.

Y, entonces, ¿por qué la oligarquía burguesa de Cataluña se ha empeñado y se empeña constantemente en disfrazarse de nacionalista?

Por la sencilla razón de que –siempre en mi opinión– el nacionalismo auténtico es en su origen popular y por eso mismo  legítimo y la oligarquía burguesa es en esencia parasitaria y, por parasitaria, ilegítima.

En definitiva, parece lícito afirmar que, trampantojos y añagazas aparte, toda realidad viva e inteligente, incluida la humana, empieza y termina con la economía.

 

 

 

 

 

 

España: el peor de los casos posibles

Considero que el  Estado español debió controlar desde el primer momento el gasto de todos y cada uno de los entes autonómicos y, sobre todo, el destino real y siempre detallado de ese gasto.

Es evidente que nunca lo ha hecho y es asimismo evidente que, además, ha venido promoviendo monstruosidades como el empobrecimiento de España y los españoles en beneficio del separatismo y los separatistas, separatistas  que ya ahora lo atenazan y obligan al Gobierno de España y a los españoles a aceptar, por las buenas o por las malas, sus condiciones.

No es menos  evidente que, si seguimos por esa senda, las cosas irán  a más y a peor.

¿Alguien puede decirme cuál es  en ese supuesto el peor de los casos posibles?