El papa Francisco
Considero que el papa Francisco es un hombre muy voluntarioso y de buenos sentimientos, pero, a mi modo de ver, la carga que lleva sobre sus hombros es excesiva. Después de décadas, incluso siglos de decadencia de la Iglesia católica, su edificio doctrinal, esencialmente dogmático, y social, basado en la fidelización de los creyentes, amenaza ruina. Evidentemente, yo no sé qué quedará de ese edificio, ni siquiera después de las reformas acometidas con carácter de urgencia por el buen papa y sus arquitectos. El alemán Ratzinger, mucho más cerebral y pragmático, abandonó la obra y con ella el cargo, pero me temo que a Francisco, al que en lo humano sitúo en la línea de Juan XXIII, lo mataremos a fuerza de disgustos. Barrunto que un día de estos se nos puede morir de un soponcio. Es posible incluso que él lo desee para no tener que ver y saber lo que está teniendo que ver y saber.
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