La hora de Vidal-Quadras
Imagino que Vidal Quadras tuvo su gran oportunidad política o, al menos, estuvo a punto de tenerla en la España o, si se prefiere, en la Cataluña de los años noventa.
Lamentablemente, Jordi Pujol, español por un año, consiguió convencer a Aznar, que accedió de buen grado a su perverso deseo (Pacto del Majestic).
Con todo, en mi opinión, el deseo de alejar a Vidal-Quadras de Cataluña, expresado a modo de exigencia conminatoria por el separatista catalán, coincidía en ese momento o, como mínimo, se conciliaba perfectamente con la medida precautoria, alentada por el torpe político conservador (Aznar), de eliminar a un hombre que lo superaba en muchos aspectos y, por lo tanto, constituía un rival demasiado peligroso para alguien que como él rayó siempre en la mediocridad.
A partir de entonces, entiendo que Vidal-Quadras ha estado vagando en busca de una casa cuartel que, a lo que parece, aún no ha encontrado.
Pero sigue buscando.
Tanto es así que, hace algún tiempo, expresó públicamente su voluntad de que el Gobierno de la Nación empezara a instruir y adiestrar a un general de la Guardia Civil para intervenir en Cataluña y cortar de cuajo su proceso soberanista, abiertamente anticonstitucional.
Eso me lleva a pensar ahora, totalmente por mi cuenta y riesgo, que ese mismo Vidal-Quadras sería la persona civil ideal para presidir el Gobierno de concentración nacional que sin duda alguna debería seguir a la mencionada intervención (¿manu militari?) en Cataluña.