1 de Mayo, día del trabajador autónomo
Después de imponernos –con engaños– el Estado político-administrativo de las Autonomías, ahora están a punto de terminar de endosarnos –por vía de la subcontratación– el estado laboral de los autónomos.
Un trabajador autónomo es aquel que vende directa y personalmente su fuerza de trabajo (Arbeitskraft) por jornada rendida o trabajo realizado, mientras que el empresario ha pasado a ser alguien que dirige y/o gestiona una oficina concebida a modo de think tank con una teleoperadora provista de un listín de teléfonos y una lista de contactos, dentro de una estructura operativa mínima, suficiente y, a ser posible, amparada en la opacidad.
¿Cómo se ha llegado a esa situación?
A mi modo de ver y entender, en el alumbramiento de esa situación como estado de cosas final han colaborado y han convergido, de manera más sinérgica que autónoma, factores de índole laboral, social y política. Entre ellos:
–tendencia general hacia la precarización del trabajo en la economía mundial, europea y, concretamente, española;
–falta de productividad de la máquina económica de España en comparación con la de otros países europeos;
–enfrentamiento continuado Patronal-Sindicatos obreros con el consiguiente clima de creciente inestabilidad sociolaboral.
Evidentemente, en ese fenómeno de proporciones mundiales, con un cambio (¿definitivo?) del modelo de producción y organización del trabajo, han intervenido otros muchos factores, pero en mi opinión lo que cuenta es que, a la postre, todos los intervinientes y todos los intervenidos han salido perdiendo.
El trabajador, que ahora lo es por cuenta propia, no ajena, el empresario, que ha pasado a ser un intermediario y como tal un agente o, más exactamente, un eslabón de la economía especulativa, y sobre todo la sociedad en su conjunto, que se ha empobrecido en términos económicos y humanos.
¿Quién dijo que para luchar contra la explotación lo más inteligente es empezar por dejarse explotar?
1 de Mayo de 2014, día del trabajador autónomo.
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