Jordi Pujol: de una añagaza senil a un maquiavélico plan táctico-estratégico

En un primer momento me pudo la debilidad y vi a Jordi Pujol como un hombrecillo derrotado y, por lo tanto, digno de lástima. Pensé incluso que su confesión trampa era ante todo fruto de su abatimiento psíquico y su impericia  en el ordenamiento de las ideas y en  el uso de la palabra escrita.

¿Es que ese hombrecillo no tiene ya quien lo asesore y quien le escriba una declaración exculpatoria mínimamente aceptable y presentable?

Error.

Desde entonces he podido ver que  la confesión estaba  redactada deliberadamente en un lenguaje como de semianalfabeto funcional aderezado  con toques y ramalazos de picardía propios de un viejo y avezado trapisondista.

Y ahora podemos afirmarlo con toda rotundidad en honor a la verdad: Jordi Pujol i Soley ha sido un trapisondista durante toda su vida. Y sigue siéndolo.

Trapisondista irreductible y siempre peligroso.

Según  ABC, periódico que un día fue de todos los españoles, Jordi Pujol dispone en estos momentos de un plan táctico-estratégico, perfectamente estructurado y elaborado, para hacer frente a la situación en la que se encuentra y a los cargos a los que, presumiblemente, tendrá que responder. Y resulta evidente a todas luces que ese plan táctico-estratégico es idea y obra de  un equipo de expertos en derecho y economía especializados en fraudes legales y fiscales.

Plan estratégico de máximos y plan  táctico de mínimos.

De acuerdo con su plan estratégico, este homenot digno de un José Pla ambidiestro y bivalente asume en primera y única persona la responsabilidad de los actos presuntamente delictivos y, consiguientemente, deja fuera del caso y sobre todo fuera de la jurisdicción de la Justicia y la Hacienda españolas a los miembros de su familia con sus bienes.

Táctica de mínimos.

Ahí es donde, a buen seguro, el expresidente de la Generalidad de Cataluña  echará mano de las complicidades urdidas durante los cuarenta años de su satrapía, de modo que, a la postre, todo el proceso quede reducido  a cuatro faltas menores y a media docena de delitos ya prescritos, a punto de  prescribir o en lista de espera hasta que prescriban.

Lo dicho: como cosa nostra que es, el caso se resolverá a casa nostra.

¿Qué, coño, es eso de la UDEF?

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