¿Invención de la historia y vuelta al pasado?
Leo en algún sitio que alguien advierte de la posibilidad de que los separatistas catalanes fuercen la situación con atentados y otras acciones de carácter violento.
Una escalada que desembocaría en una situación de cuño vasco o norirlandés.
No lo creo.
Más bien me inclino a pensar que, de momento, nuestros separatistas seguirán con la táctica de la puta i la Ramoneta, que tan buenos resultados les viene dando.
Y sin riesgo.
Entiendo que el separatismo catalán –¿nacionalismo?– ha sido siempre esencialmente burgués, y es sabido que a la burguesía no le gusta la violencia. Y, tal vez, a la burguesía catalana menos que a ninguna.
Para mí, lo más probable es que esa burguesía, dueña de todos o casi todos los resortes de poder y decisión de Cataluña (y con una gran influencia en los del resto de España), va a continuar con su juego de deslealtades y traiciones, de plantes y desplantes, pero cuidando siempre de dejar abierta la puerta giratoria de la negociación y la huida.
Por si acaso.
Días pasados, Enric Juliana, una de las personificaciones más sinceras y auténticas de la deslealtad separatista, decía, en tono comedido y conciliador, que en estos momentos todo se reduce a un debate político.
Se refería, naturalmente, a Cataluña y su nueva andadura.
O sea que, por ahora, nada de choque de trenes ni de proclamación unilateral de la independencia por parte del presidente de la Generalidad.
Una cosa es inventarse una historia de Cataluña para párvulos y otra, muy distinta, hacer méritos para ir a la cárcel por delitos de sedición y corrupción, por ejemplo.
Así, pues, habrá otro 12 de Octubre y habrá otro Día de la Hispanidad, pero, de momento, no habrá otro Octubre del 34.
El seny, convertido en miedo, guarda la viña.
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