Ataraxia

Y, mientras tanto,

el árbol de mi ventana me regala un otoño de hojas que amarillean y languidecen

sin dejar su pátina de tristeza en mis ojos y tampoco en mi ánimo.

Un rumor sordo -¿marcha fúnebre?-  me recuerda que  la mar océana de la muerte está cerca.

Zálata, zálata. 

Margarita, te quiero.

Esa es mi penyora.

penyora ingrávida, ajena al tiempo,

von Ewigkeit zu Ewigkeit.

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