El ciudadano Albert y la operación Meseta
Imagino que cuando los asesores del ciutadà Albert planearon/maquinaron la conquista de la Meseta vieron en Rosa Díez poco menos que la persona ideal para que les sirviera de puente y los ayudara a cruzar el Ebro sin levantar sospechas. Mejor aún, disipándolas.
En la nueva operación Roca la Dama de Elche ibera debía ser algo así como un moderno caballo de Troya.
En su andorga iba a alojarse –para salvar el río y llegar en condiciones de intrigar a la plaza de la capital– el fenicio Albert con un puñado de conjurados.
Pero los devotos adoradores de la diosa, vascones supervivientes de cientos de atentados terroristas, no se prestaron al juego, ni al juego convergente ni a la añagaza fenicia.
Y, curiosamente, con ello les resolvieron el problema.
Bastaba y bastaría con cambiar de nombre o, en un acto supremo de democracia, de idioma.
He dicho idioma, no lengua, pues es sabido que ellos tienen y seguirán teniendo lengua propia.
Y así ha sido presentado y así se ha presentado el nuevo producto de los laboratorios políticos peninsulares en los Madriles, capital de la Villa y Corte de mi patria:
Como el ciudadano Albert, habida cuenta que, a efectos prácticos, Albert es para nuestros públicos una variante dialectal hoy aceptada en todos los campos de fútbol del Estado español.
Doble identidad, doble nacionalidad. De momento, sólo para ellos. Mañana, para quienes las soliciten y las merezcan.
Ahora Albert y su equipo de subalternos juegan fuera de casa, pero tienen/retienen la pelota y dominan el juego (sobre todo el subterráneo).
Saben lo que quieren.
¿Te enteras, Nart?
(Alguien con pretensiones de ilustrado y enterado también puede ser un tonto útil en aras de su ambición).