Salvador Sostres en ABC
Considero que, a estas alturas de la historia del deporte-espectáculo, el fútbol es entre otras cosas:
modalidad deportiva para cuantos lo practican;
profesión para los que viven de su práctica;
negocio o business para directivos, adláteres y lobbies;
espectáculo para su público (situvidentes y televidentes);
pasto o condumio temático para tertulianas y tertulianos radiotelevisivos;
fenómeno sociopolítico a tener en cuenta por y para quienes tienen poder y/o influencia.
De hecho, el fútbol es hoy tanto y tantas cosas que se puede estar hablando de él horas y horas sin necesidad de dedicar una sola palabra a su práctica, sólo a su plática.
Quizás por eso me ha gustado comprobar que Salvador Sostres ha empezado a colaborar con el diario ABC en esa parcela.
Como el muchacho tiene ingenio y chispa, cabe la posibilidad de que nos descubra y describa aspectos menos visibles o evidentes del juego como fenómeno social de masas.
A decir verdad, tengo mis dudas sobre su conocimiento y comprensión del fútbol como modalidad deportiva. Pero, en el fondo, eso puede ser una ventaja.
Estoy convencido de que, ya ahora, el fútbol como tema es sólo un pretexto para él y para los que, conocedores de sus virtudes y sus limitaciones, le han contratado.
A su primera crónica, reseña o lo que sea le doy un aprobado alto, aunque no entiendo muy bien su alusión en el título a la burocracia.
Lo que yo entiendo es que en el fútbol, tanto en un equipo como en un partido, hay una estructura profunda y una estructura superficial.
A mi modo ver, en la Juventus la estructura profunda está encarnada en Buffon y Pirso, acaso también en Lichtsteiner, mientras que la estructura superficial corresponde a subalternos y gregarios de piel oscura (incluidos, claro está, leñadores y camorristas).
Por contra y a la contra, en el Barcelona estructura profunda y estructura superficial son una misma y sola cosa: Leo Messi.
Para mí, Messi es un taumaturgo con el don de la ubicuidad.