Democracia: control y sociedad civil
A estas alturas de la historia parece no sólo lícito sino incluso obligado afirmar que para que un sistema democrático funcione tienen que funcionar sus mecanismos de control.
Los ingleses encontraron la forma de que sea así y acuñaron la fórmula checks and balances (controles y contrapesos).
Como en un régimen democrático, representado por una pirámide truncada, no hay un poder que esté por encima de los demás y los tres que conforman su estructura básica se hallan en el mismo plano jerárquico, deben vigilarse recíprocamente.
De hecho, en un régimen democrático todas las instancias integradas en su organigrama deben vigilar y deben ser vigiladas, si se quiere que ese régimen sea realmente operativo.
La experiencia aportada por los países europeos con una democracia consolidada y realmente eficiente nos enseña que en último término el control de la máquina del Estado con todas sus instancias de poder y representación corresponde a la sociedad civil.
Sin control por parte de la sociedad civil no hay democracia real y eficiente.
¿Cuál es el caso de España?
¿Hay corrupción de la clase política sin corrupción de la sociedad civil?
Si la sociedad civil está corrompida, ¿cómo se puede hacer cambiar a la clase política?
¿Cómo se pone en marcha el sistema de check and balance?
En mi opinión, si la clase política proviene de la sociedad civil, la corrupción de la clase política proviene, ¡necesariamente!, de la corrupción de la sociedad civil.
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