De un bipartidismo de dos a un bipartidismo de cuatro
Parece ser que en España hemos pasado o estamos a punto de pasar de un bipartidismo de dos a un bipartidismo de cuatro.
Si tradicionalmente teníamos un partido claramente mayoritario a la izquierda y, en oposición a él, un partido claramente mayoritario a la derecha, podría ser que en las próximas elecciones generales la distribución de fuerzas sufriera un cambio sustancial con la presencia de dos nuevos partidos de ámbito nacional y posibilidades (es un decir) de gobierno.
En ese supuesto el PP tendría a la vez como posible aliado y competidor dentro de su parcela o en una parcela coyunturalmente común a C’s, mientras que el PSOE podría compartir ideología y programa, al menos teórica y parcialmente, con Podemos, que aparece como una formación situada más a la izquierda, de momento sólo de palabra.
En cualquier caso, dos partidos más o menos equilibrados numéricamente a la derecha y dos partidos más o menos equilibrados numéricamente a la izquierda. Eso en teoría o, si se quiere, en el momento de iniciar la carrera electoral.
El PP sigue con su juego, con un líder que no lo es en cuanto que no está por los personalismos, con un lastre llamado corrupción del que ni ha podido ni ha sabido liberarse y con una gestión económica como gran baza y aval. Aparece como ganador claro. Aun así, le falta empuje o le sobra lastre.
El catalán Albert Rivera dirige y encarna el partido Ciudadanos. Juega a un españolismo más franco y atrevido que el tradicional de la derecha española, cosa que puede sorprender a algunos pero que yo interpreto como un recurso deliberado. Probablemente, al final descubriremos qué hay de verdad en todo ello, aunque sea ya tarde.
Por las declaraciones de su dirigente y factótum podemos pensar que estará a la derecha de Rajoy para ayudarle a gobernar España y fortalecer su unidad, pero habrá que esperar a ver por dónde nos sale este catalán, que lo es. ¿Política económica? De momento, promesas con poca o ninguna base real.
Hoy sabemos que detrás de Ciudadanos hay una entidad financiera de considerable poder. Eso podría explicar, al menos en parte, el rápido ascenso de la formación y la meteórica carrera de su líder, tan llena de aciertos como exenta de fallos graves, algo realmente inusual en estos tiempos y estos campos de juego.
Pienso que a Rivera le van la táctica del contraataque y la caza por sorpresa. Ojalá que me equivoque.
Es posible que el muchacho tenga en sus manos, como mínimo en ciertos momentos, la llave de la gobernabilidad de España y la convivencia de los españoles. Entonces sabremos qué han estado maquinando realmente quienes lo lanzaron como nueva esperanza blanca y/o como protagonista de una nueva operación Roca.
De momento, ni hablar del peluquín.
Del PSOE de Pedro Sánchez no espero gran cosa ni para su partido ni para España, tanto menos cuanto que éste sigue lastrado, de una parte, por varios casos de corrupción aún no resueltos y, de otra, por ese chupacabras llamado PSC.
De Podemos y Pablo Iglesias prefiero no hablar. Me inclino a pensar que ahí hay poco aprovechable.
¿Resultado? Aceptaré el que se dé.
Nota
Durante un tiempo voté a UPyD, formación política de izquierda que para mí encarnaba un patriotismo español de estirpe vasca. Ahora, cuando UPyD ha desaparecido del mapa electoral, me veo votando al partido de Aznar. el Anzar de Bush y las Azores.