Félix de Azúa y Ada Colau

Conocí a Félix de Azúa hace muchos años. Entonces pertenecía al círculo de Carlos Barral y formaba parte de la llamada Gauche divine. Después lo perdí de vista, pero lo cierto es que el muchacho, diez años más joven que yo, hizo carrera.

Enhorabuena.

Ahora, al leer su comentario sobre Ada Colau, pienso que tal vez  el flamante académico ha incurrido en un lapsus doble: una falta de tacto y una falta de tino.

Azúa sabe perfectamente que toda sociedad tiene su terreno de juego y que ese terreno de juego tiene sus límites. Hoy en día, aquí en España, incluida Cataluña, se puede robar, mentir, engañar y traicionar, pero no se puede hacer nada que remita a la violencia ni decir nada que pueda interpretarse como un ataque a lo que llaman democracia y/o a los derechos individuales de las personas.

Se permite hacer trampa pero no levantar la voz o armar bronca.

Azúa ha hecho un comentario sobre Ada Colau, un comentario que considero venialmente despectivo.

A mi entender, Ada Colau no se merece eso, se merece acusaciones infinitamente más graves por su condición de servidora de la burguesía catalana más clasista e insolidaria.

Ella, que se presentó como activista social al servicio de los desahuciados, se cuida ahora de hacer prosélitos entre el lumpen urbano para engrosar las filas de la charnegada rufianesca y, acto seguido,  poner sus votos al servicio de una burguesía doblemente desleal, la burguesía separatista de Cataluña.

En este caso, la falta de tino hace que el  comentario de Azúa sea un halago.

A mis ojos, Ada Colau es una estafadora política y, por lo tanto, una delincuente.

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