Elecciones, decepciones
No sé quién va a ganar las próximas elecciones generales, si es que las gana alguien, pero estoy convencido de que España y los españoles seguirán perdiendo, ante todo, dignidad.
Vamos camino de la autodestrucción.
La izquierda oficial se ha dividido –cómo no– en socialdemócratas vergonzantes y comunistas sin memoria histórica.
¿Federalismo como paso previo para la desfederalización?
Veremos por dónde nos salen y qué nos traen federalistas y bolcheviques.
El PP, a nuestra derecha, sigue atenazado por la corrupción y especulando con la desmemoria vintage para comparecer de nuevo coram populum con la cabeza en alto.
Para mí, la corrupción es algo así como el pecado original del PP. Sus intentos de ocultarla echando años encima me parecen una añagaza de nen petit y un error de catón.
Ética aparte.
Pienso que tarde o temprano el PP tendrá que hacer limpieza y deshacerse definitivamente de los nombres que han venido lastrando sus últimos cuarenta años largos de vida.
Desde Fraga hasta el ministro Soria, pasando por Doña Cospe de la Mancha y el extesorero Bárcenas, entre otros y otras.
¿Y el funcionario con alma de subalterno llamado Mariano Rajoy?
Yo me quedaría con la Pitufa (Soraya de Santamaría), el contable Montoro, la sanitaria Ana Pastor y poca cosa más.
Considero que el PP tiene la tarea histórica de preservar la unidad de España y defenderla frente a separatistas de todo credo y toda condición.
Y para ello, creo yo, es imprescindible la lealtad que nace de la honradez,