El patriotismo del emigrante
La historia universal y la experiencia personal me dicen que ha habido y hay varias formas de patriotismo.
Convencionalmente, un patriotismo de derechas y un patriotismo de izquierdas.
A decir verdad, no en todas las patrias.
En España, el patriotismo histórico de derechas es por definición militarista y clerical, mientras que el apatriotismo o antipatriotismo de izquierdas es, por esa misma definición, antimilitarista y anticlerical.
De acuerdo con mi modo de entender y sentir, una de las desgracias de España es su carencia de un patriotismo de izquierdas equiparable al que existe, por ejemplo, en Francia, Inglaterra y países de Hispanoamérica.
Por lo que sé, ese patriotismo se pone de manifiesto sobre todo en tiempos de guerra y/o como núcleo del grito de guerra.
Patria o muerte es su expresión más radical; como mínimo, su expresión más retóricamente radical.
En los dos países citados es un patriotismo de la sociedad civil en su conjunto; en Hispanoamérica es el patriotismo del Ejército y los militares.
Pero, además de esas, existen otras formas de patriotismo.
Cito dos que en el fondo son una.
Históricamente, el patriotismo del exiliado y, en tiempos recientes, el patriotismo del emigrante; en ambos casos, un patriotismo hecho esencialmente de nostalgia o añoranza.
Nostalgia o añoranza que, en ocasiones, no se cura nunca. La patria del emigrante sólo existe en su imaginación, máxime si el emigrante lo es de por vida. Otro tanto cabe decir del exiliado que vive y muere lejos de sus lares.
En cualquier caso, el corazón sigue empeñado en convencerme de que ese patriota, emigrante o exiliado, no tiene ideología. La patria es todo y sólo la patria.
Pura ensoñación.
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