Elecciones

Voté y voté PP. Voto patriótico y voto de derechas frente al cambio a peor: incertidumbre, caos, deslealtad.

Última edición de la alianza histórica de una izquierda retóricamente radical con el separatismo catalán, ayer burgués y hoy, además,  rufianesco.

Esa es la apariencia. La guerra sucia continúa. Y, sobre todo, la intriga, esencia y existencia de nuestros queridos separatistas.

La intriga permanente como elemento y alimento.

Mientras tanto el PSOE de nuestros mayores sigue sin encontrar su sitio. Ni en lo ideológico ni en lo político ni en lo social.

Título de este capítulo de nuestra historia: Un partido otrora obrero y español. en busca de su perdida identidad.

Felipe González, máxima autoridad moral de ese partido y de toda la izquierda, no ha dado la talla.

Ante todo en lo intelectual. Algún atisbo patriótico. Esporádico. Insuficiente.

El ciudadano catalán –cada vez más Albert y menos Rivera– empieza a dar cumplida cuenta tanto de lo que es como de lo que no es. Enredado en su propia madeja, no parece lógico que salga con vida del embrollo ideológico y político que ha montado con su obsesión de jugar a dos bandas, a tres bandas, a todas las bandas que es fan i es desfan. 

El podemita Iglesias, a lo suyo. Del caos mental al caos ideológico; del caos ideológico al caos político.

Con la Europa de los alemanes no se juega. Pero, si quieres, aprende: el saber es perjudicial para los tontos.

La combinación de ignorancia y ambición es una fórmula poco afortunada.

A mi entender, no se trata de cambiar la sociedad como decía Marx y dicen ahora los pseudomarxistas de Podemos; en rigor se trata de mejorarla o, en mi lenguaje, de desempeorarla; hacer que cada día que pasa sea menos mala (no mejor, algo óntica y semánticamente imposible a partir de una sociedad mala por injusta).

Resumen: a la justicia por la eliminación progresiva y metódica de todas y cada una de las injusticias.

¿Es ese el cambio de los podemitas? Pues creo que lo explican mal. En cualquier caso, eso ya está inventado.

Yo me quedo con el PP de Montoro, a quien tengo por un contable entregado y eficiente.

Creo que estos momentos es, a todas luces, lo menos malo para España.

¿Y la corrupción de los herederos de Fraga?

Espero que más pronto que tarde venga Paco con la rebaja.

Santamaría, ora pro nobis.

 

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