Más allá de Fidel Castro y la Revolución
Cabe pensar que, muerto Fidel Castro, la Revolución continuará su marcha, siempre a la espera de su hora.
El líder e ideólogo cubano murió fiel a sus convicciones; cumplió con su deber e hizo su parte.
Parece ser que ahora se va a reanudar una vez más la historia —post-truth?— y es probable que se reactive o, al menos, que se intente reactivar la Revolución en Cuba y su zona de influencia/dependencia ideológica.
Entiendo por Revolución la suma de todas las revoluciones inspiradas en una solidaridad humana universal, revoluciones que pueden verse como necesarias o, al menos, convenientes para acabar con la explotación humana en muchas de sus formas más injustas y lacerantes.
Pero, de momento, no parece que esas revoluciones vayan a acabar con el capitalismo, que, aprendiendo de errores propios y ajenos, sabe adaptarse a cada nueva situación y mejorar así su capacidad de supervivencia y sus expectativas de vida.
En resumidas cuentas, parece que ahora ni es posible la Revolución ni hay una alternativa válida y viable al capitalismo a través de revoluciones nacionales y/o regionales.
Hablo de una alternativa menos mala, menos injusta en la práctica.
Claro, claro, muerta la Revolución con todas sus revoluciones, aún nos queda la socialdemocracia. Pero, ¿quién puede hablar de socialdemocracia fuera de ciertas zonas demográficas del viejo mundo? ¿Dónde están las clases medias ilustradas y activas en las sociedades del segundo y el tercer mundo?
Aun así, yo seguiré pensando/creyendo firmemente que el ser humano, al igual que todo ser inteligente, ha sido creado y procreado para conocer la verdad y vivir en la justicia.
Para mí, la realización de la utopía es el triunfo de la razón.
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