Los separatismos periféricos vistos desde la Meseta
El diario ABC recoge en su tercera de hoy sábado, 7 de enero, un texto de Joaquín Leguina titulado Dejar de cavar. En él su autor expone un puñado de reflexiones sobre los separatismos periféricos que vienen perturbando gravísimamente la vida política y social de España y los españoles desde la transición democrática.
Como mínimo.
Puedo imaginar que, aunque inconexas, esas reflexiones nacen de una preocupación honda y sincera por el presente y el futuro inmediato de España y en cierto modo recogen la visión del problema que tiene un español ilustrado residente en la Meseta.
Preocupación, sí, pero, a mi entender y sentir, sin conocimiento directo de la situación, al menos en el caso de Cataluña.
Lo que los españoles de tierra adentro saben de la Cataluña actual y real no les ha llegado a través de españoles de esta región sino a través de separatistas.
Eso hace que su relato, por venir de quienes viene, sea falso y fraudulento de necesidad.
Estamos en la tierra de la intriga permanente.
Y en esa intriga permanente los dirigentes del PSC (Partido de los falsos socialistas de Cataluña) han jugado un papel en muchas ocasiones decisivo para España y los españoles como agentes dobles y/o aliados irreductiblemente falsos.
En mi opinión, el señor Leguina y los españoles de tierra adentro en general podrían/deberían tratar de entender y saber que el plan general de los separatistas catalanes, al que ellos llaman proceso, es en realidad una conjura que viene de los tiempos de Franco y abarca algo así como el ochenta u ochenta y cinco por ciento de las formaciones políticas de Cataluña. En esa conjura está el PSC desde los tiempos de Joan Raventós, Pasqual Maragall y Narcis Serra, todos ellos burgueses y todos ellos separatistas, todos ellos traidores al socialismo y, por eso mismo, también a los socialistas españoles.
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