Artículo 155 de la Constitución: el rescate de Cataluña
Desde hace algún tiempo me venía maliciando que sectores cada vez más numerosos e influyentes del separatismo deseaban una intervención directa e inmediata del Estado en Cataluña.
La deseaban e incluso la provocaban abiertamente a diario.
Delitos como la bancarrota fraudulenta de la Generalidad y la corrupción de partidos y dirigentes, junto con el incumplimiento contumaz de leyes fundamentales de la Constitución, habían llevado al frente separatista a un callejón sin salida.
Al menos eso parece.
Cabe pensar que la proclamación tajante por parte de los responsables político-jurídicos de que el referéndum se llevará a cabo por las buenas o por las malas tiene mucho de bravata y provocación, pero sobre todo de añagaza para forzar una intervención del Estado.
Una intervención que, en cualquier caso, es necesaria con carácter urgente.
Pero, en mi opinión, la razón última de que los dirigentes separatistas deseen y busquen ahora la intervención del Estado no es la vulnerabilidad de su situación económica, política y legal, sino algo mucho más intangible y aun así mucho más importante para ellos como es la pérdida de la confianza en su promesa de una Arcadia feliz por parte de la sociedad civil de Cataluña.
En cualquier caso entiendo que el Gobierno de España debe aplicar el mencionado artículo 155 de la Constitución con rigor hasta sus últimas consecuencias, o sea, hasta conseguir la plena reespañolización de personas e instituciones.
La experiencia -lo que Enric Juliana llama experimento- no debe repetirse.
En bien de todos.