Jordi Pujol, español del siglo
Tengo un sueño. Veo a Jordi Pujol i Soley sentado en el despacho-biblioteca de la residencia familiar en Queralbs, Gerona. Frente a él acaba de acomodarse su viejo amigo José María Aznar.
–Como usted ya sabe por qué y para qué le he llamado -dice el anfitrión-, iré directamente al grano.
–Algo sé, pero necesito información precisa y detalles concretos, pues se trata de un asunto de Estado de máxima importancia. Aquí no caben errores por precipitación o negligencia.
–Entonces se lo diré sin rodeos. Tengo un plan para sacar a Cataluña y España de la situación en la que se encuentran. Es un plan arriesgado, pero, tal como están las cosas, tan urgente como necesario. Considero que debo presentarlo y defenderlo por patriotismo…
–Le escucho, señor Pujol.
–El plan tiene dos partes. Una referida a las relaciones España-Cataluña y otra centrada en mi familia. Estoy dispuesto a exponerlo ante los responsables del Estado español siempre que se garantice la seguridad de mi familia y se respeten sus derechos. Para ello quiero contar con la mediación de usted, entre otras razones, por la amistad que nos une.
–Acepto su propuesta, que me parece sincera y constructiva, pero, como usted comprenderá, para exponerla y defenderla ante mis superiores necesito datos.
–De acuerdo, señor Aznar. Yo puedo proporcionar a los representantes del Estado español los nombres propios, las cantidades de dinero y los puntos cruciales de la hoja de ruta de los independentistas desde el año 1970 hasta el año 2030. Además, claro está, de la información adicional que ustedes quieran y yo tenga o pueda obtener. A cambio sólo pido que se proteja la vida de los miembros de mi familia, junto con su hacienda.
–Para llegar a un acuerdo en la segunda parte supongo que no habrá problema. Usted y todos los miembros de su familia tendrán la seguridad que solicita. Además se le ofrecerá la posibilidad de trasladarse temporalmente al extranjero si lo desea. Y, en cuanto a la primera parte, tendrá que presentar usted pruebas documentales y cumplir ciertas instrucciones y medidas previas que nos demuestren que la cosa va en serio.
–Medidas, como, por ejemplo…
–Medidas que demuestren, por ejemplo, que ha empezado a remitir la oleada separatista y se ha eliminado al menos a algunos de los elementos más peligrosos. Le diremos concretamente quiénes.
–De acuerdo, señor Aznar. Ya me dará usted los nombres.
–Yo, por mi parte, le puedo facilitar las reuniones con representantes del Estado al más alto nivel. Éstas tendrán lugar en el plazo de un mes a partir del momento en el que se considere que cumple usted las condiciones exigidas y va a hacer honor a su palabra. A partir de ese mismo momento entrarán en vigor las medidas para proteger a su familia y garantizar su seguridad, incluida la económica. Para ello es imprescindible que las dos partes respeten lo pactado y actúen con lealtad. Tan pronto como se observe un indicio, por nimio que sea, de que no es así, se suspenderán las conversaciones y se tomarán medidas muy duras…
–Estoy plenamente de acuerdo con su propuesta. Respondo de mí y de mi familia; también de las personas con las que cuento, porque las conozco.
–A partir de ahora, señor Pujol, esté siempre localizable. Por favor, ni se esconda ni se exhiba en público. Y, sobre todo, no realice viajes al extranjero ni haga declaraciones en los medios de comunicación. Vida sencilla para pasar inadvertido y hacer que se olviden de uno. Lo mismo es válido para los miembros de su familia. Nosotros nos pondremos en contacto con usted; haga simplemente lo que le digamos. Para las reuniones con los representantes del Estado tendrá que desplazarse usted a Madrid. Nosotros nos cuidaremos de llevarle y traerle. No actúe nunca por su cuenta y sin avisar previamente. Debe saber que desde hace bastante tiempo venimos controlando cada uno de sus pasos, naturalmente por su seguridad.
–Gracias, señor Aznar. Verá cómo el proyecto va a ser un éxito
–Eso espero, señor Pujol. En bien de todos y en bien de España.
Amanece. Despierto. Estoy en Sabadell. Uno de mayo de 2017. Algo o alguien me ha soplado al oído que hoy empieza un nuevo capítulo en la historia de España. Quiero creerlo y lo creo. Gracias a su última traición, el muy honorable señor Jordi Pujol i Soley está apunto de convertirse en el español del siglo XXI.
Empiezo a soñar despierto.
Añadir comentario