El futuro del PP y el futuro de España
Parto de una constatación doble y doblemente desalentadora. Hoy por hoy, en Europa, la alternativa al capitalismo está en el capitalismo y, en España, la alternativa al PP está en el PP.
O sea que, en el mejor de los casos (en rigor, en el menos malo de los casos), nuestra sociedad avanzará probablemente por la línea del liberalismo económico, social y político, escoltado por una socialdemocracia cada vez menos exigente y cada vez más acomodaticia.
¿Totalmente fagocitada?
No lo sé. Lo que sé o creo saber por la historia es que fuera del orden no hay nada más que caos; ni libertad ni progreso.
En Europa, el fracaso de la UE puede acarrear no sólo un nuevo fracaso (¿temporal?) de la Gran Alemania sino también un fracaso, mucho más persistente, de las viejas naciones del Viejo Continente.
Lamentablemente, con España entre ellas y en el grupo de cabeza.
Con referencia a Europa, lo único de lo que estoy mínimamente convencido es de que Alemania no va a rendirse. Luchará por una expansión que, con toda probabilidad, no alcanzará. En el concierto mundial, incluso en el concierto europeo, la Gran Alemania es muy pequeña, demasiado pequeña.
En el plano histórico este país, esencialmente continental, tiene tres fronteras infranqueables: la del este, la del norte y la del oeste. La peor de todas es con mucho la del este, o sea, la rusa.
Para Alemania, la única posibilidad de expansión que veo estaría en el sur, pero ese espacio geográfico está dominado por el caos balcánico y el Meridione de los PIGS.
¿Cabe pensar que a la postre Alemania buscará su supervivencia como pequeña gran potencia europea mediante una fórmula política que recuerde el Imperio austro-húngaro?
En cualquier caso, si Alemania lo tiene difícil, infinitamente más difícil lo tiene España, país amenazado por una desvertebración galopante cuando todos sabemos que nunca estuvo vertebrado, que es como si dijéramos que los españoles van a perder una identidad que nunca tuvieron.
En estos momentos, la inmensa mayoría de sus fuerzas políticas predican y practican la desunión y, a través de ella, la ruina y, en última instancia, el caos.
Caos protagonizado por una izquierda desnaturalizada, al servicio de una derecha -la burguesía catalana- doblemente desleal: desleal a España y desleal a toda la clase trabajadora.
El único rayo de esperanza en tan desolador panorama nos viene del Partido Popular, un partido de derechas corrompido desde sus mismos orígenes, pero que, a su manera, predica y practica la unión de los españoles. Y, a pesar de toda su corrupción económica, lucha contra una corrupción mucho peor: la corrupción ideológica y la deslealtad a la Constitución.
Con una presunta izquierda radical enajenada por la burguesía catalana y un Partido que, hoy por hoy, no es ni Socialista ni Obrero ni Español, considero que cuantos se oponen a la desintegración/desaparición de España como unidad histórica, cultural y política están obligados a apoyar/votar al PP, no sin exigirle antes la eliminación total e inmediata de sus pozos de corrupción.
Entiendo y siento que no es momento de luchar por el mejor de los mundos posibles sino de cerrar el paso al peor de los mundos imaginables.
En mi opinión, el asentado sobre la destrucción de España.