Artículos de mayo de 2017

El futuro del PP y el futuro de España

Parto de una constatación doble y doblemente desalentadora. Hoy por hoy, en Europa, la alternativa al capitalismo está en el capitalismo y, en España, la alternativa al PP está en el PP.

O sea que,  en el mejor de los casos (en rigor, en el menos malo de los casos), nuestra sociedad avanzará probablemente por la línea del liberalismo económico, social y político, escoltado por una socialdemocracia cada vez menos exigente y cada vez más acomodaticia.

¿Totalmente fagocitada?

No lo sé. Lo que sé o creo saber por la historia es que  fuera del orden no hay nada más que caos; ni libertad ni progreso.

En Europa, el fracaso de la UE puede acarrear no sólo un nuevo fracaso (¿temporal?) de la Gran Alemania sino también un fracaso, mucho más persistente, de las viejas naciones del Viejo Continente.

Lamentablemente, con España entre ellas y en el grupo de cabeza.

Con referencia a Europa, lo único de lo que estoy mínimamente convencido es de que Alemania no  va a rendirse. Luchará por una expansión que, con toda probabilidad, no alcanzará. En el concierto mundial, incluso en el concierto europeo, la Gran Alemania es muy pequeña, demasiado pequeña.

En el plano histórico este país, esencialmente continental, tiene tres fronteras infranqueables: la del este, la del norte y la del oeste. La peor de todas es con mucho la del este, o sea, la rusa.

Para Alemania, la única posibilidad de expansión que veo estaría en el sur, pero ese espacio geográfico está dominado por el caos balcánico y el Meridione de los PIGS.

¿Cabe pensar que a la postre Alemania buscará su supervivencia como pequeña gran potencia europea mediante una  fórmula política que recuerde el Imperio austro-húngaro?

En cualquier caso, si Alemania lo tiene difícil, infinitamente más difícil lo tiene España, país  amenazado por una desvertebración galopante cuando todos sabemos que nunca estuvo vertebrado, que es como si dijéramos que los españoles van a perder una identidad que nunca tuvieron.

En estos momentos, la inmensa mayoría de sus fuerzas políticas predican y practican la desunión y, a través de ella, la ruina y, en última instancia, el caos.

Caos  protagonizado por una izquierda desnaturalizada, al servicio de una derecha -la burguesía catalana- doblemente desleal: desleal a España y desleal a toda la clase trabajadora.

El único rayo de esperanza en tan desolador panorama nos viene del Partido Popular,  un partido de derechas corrompido desde sus mismos orígenes, pero que, a su manera, predica y practica la unión de  los españoles. Y, a pesar de toda su corrupción económica, lucha contra una corrupción mucho peor: la corrupción ideológica y la deslealtad a la Constitución.

Con una presunta izquierda radical enajenada por la burguesía catalana y un Partido que, hoy por hoy, no es ni Socialista ni Obrero ni Español, considero que cuantos se oponen a la desintegración/desaparición de España como unidad histórica, cultural y política están obligados a apoyar/votar al PP, no sin exigirle antes la eliminación total e inmediata de sus pozos de corrupción.

Entiendo y siento que  no es momento de luchar por el mejor de los mundos posibles sino de cerrar el paso al peor de los mundos imaginables.

En mi opinión, el asentado sobre la destrucción de España.

Carta que el bueno de Javier Fernández no escribió al pseudobolchevique Pablo Iglesias

 

 

Señor Don Pablo Iglesias Turrión

Secretario General de Podemos

Madrid, 2 de Mayo de 2017

 

Estimado Pablo:

Ya conoces por Mario Jiménez las razones por las que entendemos  que una moción de censura no es una respuesta adecuada a la alarma social creada por los casos de corrupción que afectan al Partido Popular. No intentaré repetírtelas; en primer lugar, porque pienso que no hace falta y, en segundo lugar, porque creo que, si no lo has entendido hasta ahora, va a ser inútil.

Tampoco quiero polemizar contigo por las declaraciones en las que, al hilo de tu carta en  referencia a  la moción, hablas de las «equivocaciones» del PSOE derivadas de la investidura de Rajoy. Aun así, te recuerdo que esas equivocaciones  no habrían  tenido lugar si el partido que diriges hubiera permitido un Gobierno alternativo, para el que existía mayoría suficiente.

Créeme que, cada vez que  lo mencionas, tengo la sensación de que pretendes volver como salvador a la escena del crimen. Ya sé que es una forma manida de expresarlo, pero en este caso me parece particularmente precisa.

En lo que estoy de acuerdo contigo es en la gravedad de la situación. Además estoy convencido de que tanto en lo que tiene que ver con la corrupción como en otros asuntos que están pendientes en el Parlamento deberíamos propiciar acuerdos que generaran una relación más fluida y más sincera entre nosotros, en lugar de hacer de la política un juego de apariencias.

Me refiero en concreto, y por lo tanto sin ánimo de ser exhaustivo,  a la reprobación y la dimisión del Fiscal General del Estado y del Fiscal Anticorrupción, a la comparecencia de  los ministros de Justicia e Interior y a la constitución inmediata de la Comisión de Investigación de la financiación del PP, que ya han sido solicitadas por el Grupo Parlamentario Socialista.

Entiendo que, en definitiva, todos  debemos procurar que la actividad política en su conjunto redunde en beneficio de nuestra Patria, como tú dices, o en beneficio de nuestros conciudadanos, como yo acostumbro a decir.

Recibe un cordial saludo.

 

Javier Fernández Fernández

Presidente de la Comisión Gestora

 

P.D. Aprovecho la oportunidad para pedirte que hagas llegar a Jean-Luc Mélenchon, con quien me consta tienes proximidad personal y política, que, para los socialistas españoles, las elecciones francesas del domingo son uno de esos asuntos que no permiten las equidistancias,  pues, si hay situaciones en las que la neutralidad es otro nombre de la complicidad, ésta es una de ellas.

 

 

 

Explicación y comentario

Días pasados, varios medios de comunicación nacionales reprodujeron una carta que Javier Fernández, Presidente de la Comisión Gestora del PSOE, dirigió a Pablo Iglesias, Secretario General de Podemos, el 2 de mayo.

La carta despertó interés y alumbró comentarios. Entre estos abundaban las críticas a su redacción y las propuestas de cambio y corrección.

En esa línea se inscribe ahora mi intervención con un texto alternativo, al que, una vez eliminadas las incorrecciones, he procurado dotar de una estructura lógica y coherente.

Aun así, entiendo que mi carta es, a un mismo tiempo, la carta de Javier Fernández y otra diferente.

Cabe pensar que, si mi carta hubiera sido publicada, probablemente habría sido objeto de otras críticas, no de las mismas que la carta de Javier Fernández.

En cualquier caso, lo cierto es que, aunque haya sido incidentalmente y por puro capricho, he vuelto a practicar la corrección y la mejora de textos escritos, una de las tareas que conformaron básicamente mi actividad profesional por espacio de cuarenta años.

Y, como nobleza obliga, debo decir que tengo a Javier Fernández por una persona ecuánime y leal; en definitiva, por un buen español.

El socialismo en el futuro de España

Recientemente, un tránsfuga transnacional y  transpirenaico ha proclamado enfáticamente la muerte política del socialismo francés.  Falta la sentencia cívico-popular y falta, si procede,  la sentencia judicial.

Mientras tanto, el socialismo español, representado por el PSOE, se enfrenta a una gravísima crisis de cohesión interna, en la que podemos distinguir un mínimo de cuatro focos locales, a los que se suman tensiones ideológicas y territoriales, aún más graves,  de alcance nacional.

1. Pedro Sánchez como peligro

2. Iceta o la deslealtad

3. Los barones como problema

4. Andalucía: la fidelización de los jornaleros y el paro subvencionado

5. De las tensiones sistémicas al desgarro del partido

A mi entender, el primer punto –Pedro Sánchez como peligro– es, hoy por hoy, uno  de los males o una de las amenazas más graves que pesan sobre el PSOE, en cuanto que ejemplifica una tendencia perenne en nuestros partidos de izquierdas o presuntamente de izquierdas, como es su querencia a pactar con una  formación radical sin ideología conocida ni programa definido y a través de ella, ya en terreno enemigo,  con los servidores regionales y locales de la burguesía separatista de Cataluña.

El convoy de la traición sigue básicamente la siguiente ruta: PSOE-Pedro Sánchez-PSC de Iceta-Podemos-Ada Colau-ERC. De vuelta, el convoy sigue la misma ruta pero en sentido inverso, en el bien entendido de que, si conviene, puede llegar hasta los Madriles con la mediación de Ada Colau y la señora Carmena en calidad de anfitriona.

De Iceta (punto 2) puedo decir que en mi opinión es la personificación de la perfidia y la  deslealtad.  Cumple con creces y a plena satisfacción de sus comitentes la misión que le encomendaron: cerrar el paso al PSOE para que no entre en Cataluña y, si quiere entrar, que sea a través de él y pagando peaje.

Los varones/barones (punto 3) son hoy, a todas luces, un lastre para el PSOE por su estilo de vida y su condición de prohombres aburguesados,  autocomplacidos y complacientes.

Entiendo que deberían cambiar de vida o de partido.

Históricamente, el PSOE fue durante mucho tiempo el principal partido de los obreros e hizo honor a su condición defendiendo los derechos de la clase trabajadora (punto 4). Con el tiempo, su acción generó, junto a avances y mejoras sociales,  situaciones viciosas, y hoy vemos que en regiones como Andalucía y Extremadura se ha fidelizado a los jornaleros y se ha subvencionado el paro, creando así un reducto de voto cautivo  poco menos que  ajeno a la actividad laboral e inmune a toda propaganda política que no sea la de sus protectores/benefactores.

Evidentemente, los males y peligros expuestos, junto con otros no expuestos,  han dado lugar a tensiones ideológicas y territoriales que afectan negativamente al partido como sistema orgánico (punto 5) y amenazan a un mismo tiempo su integridad y su continuidad.

Considero que la vida actual de los barones casa mal con la economía de subsistencia de jornaleros y obreros en paro, como casa mal la patológica deslealtad de un Iceta e incluso de un Pedro Sánchez con la bonhomía de un Javier Fernández.

Las tensiones están ahí, afectan como mínimo a las ideas, a los modos de vida de las personas y a los territorios. Si se diagnostican correctamente y a tiempo, pueden tratarse y corregirse.

Ya ahora propongo al actual presidente de la Gestora, Javier Fernández, para el cargo de Secretario General del Partido Socialista Obrero Español.

continuará…

La guerra de las tres mentiras

Francesc Homs dice que (ellos, los separatistas catalanes) han declarado la guerra (a España).

En ese supuesto cabe pensar que se trata de la guerra de las tres mentiras.

Primera mentira: somos una nación.

Segunda mentira: somos una democracia.

Tercera mentira:  conseguiremos la independencia de Cataluña y dominaremos España.

El socialismo en el futuro de España (II)

Toda vez que el debate protagonizado, días pasados, en TV por Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López se inscribía  en el proceso para cubrir la Secretaría General del PSOE, se comprende que estuviera marcado por tensiones ideológicas y territoriales, sobre todo a partir del momento en el que el segundo de los citados hizo pública y explícitamente  suyo el postulado de que Cataluña es una nación.

Como evidentemente ese postulado le fue inculcado/inoculado por  personas del entorno de Iceta, cabecilla del partido de  los falsos socialistas catalanes (PSC), estamos obligados a pensar que, de acuerdo con sus planes, los separatistas catalanes no sólo han estado presentes en el debate inicial sino que además van a estar presentes, de manera cada vez más activa, en las acciones subsiguientes del  PSOE,  ya sea por persona interpuesta o de manera directa.

En estos momentos y en un futuro inmediato,   la persona interpuesta es  Pedro Sánchez, ambicioso indigente intelectual llamado a provocar la escisión interna del PSOE y, simultáneamente, tender la línea que ha de unir la rama escindida de éste con el núcleo  más insolidario y rupturista de la burguesía catalana, congregado en torno a Puigdemont,  a través de los Iceta, los Iglesias y las Colau.

En esa línea táctico-estratégica podemos/debemos situar la próxima presentación del referéndum separatista en la capital de España a cargo de Puigdemont, que ha contado y cuenta con la mediación de Ada Colau ante la alcaldesa Carmena y ha elegido a Pablo Iglesias como solícito y solicitado invitado de honor.

Las líneas maestras ya están trazadas y una vez más responden a la envolvente catalana. En esta, como en todas las variantes del tocomocho, se explota siempre la ambición de seres humanos que se tienen por listos y enterados.

Ante semejante panorama, la corriente oficialista del PSOE está obligada a ganar la batalla y hacerse con las riendas del partido para  convertirlo nuevamente en el gran referente de la izquierda española.

Imagino que su fracaso pondría en grave peligro la persistencia de esta formación y, sobre todo, la persistencia de España como patria histórica de todos los españoles.

Mientras tanto, los separatistas catalanes siguen adelante con su conjura.

El outsider Pedro Sánchez se impone al aparato del partido

Aposté por Susana Díaz como mal menor, y Susana Díaz perdió.

En realidad, considero que estaba obligado a apostar por ella, pues la alternativa me parecía mucho peor y, sobre todo,  mucho más nociva para España.

Aun así, en los últimos días llegué a temer una derrota de la candidata oficialista  y una victoria del outsider, pues mientras ella seguía aferrada a un esquema basado en el apoyo de los votantes andaluces y el aparato del partido (notables y barones), su oponente, a buen seguro hábilmente asesorado, había acertado a tejer una trama de complicidades asentada en los militantes de base.    

El resultado nos dice que el outsider acertó tanto en su planteamiento estratégico –un partido político es su militancia– como en su táctica o ejecución práctica –pelear el voto de puerta en puerta-,  máxime cuando se trata de  un partido de izquierda.

A mi modo de ver, el panorama que tenemos delante ahora es sobrecogedor: un partido socialista dividido y con una corriente oficialmente vencedora dirigida por un hombre dispuesto a aliarse con todas las fuerzas  destructivas que necesite para hacerse con el poder de lo que ha definido como nación de naciones.

Secesión y declaración institucional

A mi leal saber y entender, la situación creada ahora por las autoridades autonómicas de Cataluña con su calculado quebrantamiento del orden constitucional es infinitamente más grave que la que se produjo a raíz del 23F, habida cuenta de que, si entonces se pretendió acabar con un régimen político, ahora se quiere acabar con España como realidad política, social e histórica.

En cualquier caso, entiendo que el Rey Felipe VI debe comparecer inmediatamente  ante los españoles por su condición de Jefe del Estado Español y sus Fuerzas Armadas y hacer una declaración institucional en defensa de la Constitución de 1978 y su plena vigencia en todo el territorio español.

Entiendo igualmente que, acto seguido, debe comparecer ante los españoles  el Jefe del Gobierno de España y, al amparo de la Corona, hacer una declaración institucional dando a conocer las medidas que, en su condición de responsable del Poder Ejecutivo, ha decidido adoptar con carácter inmediato para salvaguardar el orden constitucional y los derechos del conjunto de los españoles, uno y otros amenazados gravemente por el persistente comportamiento delictivo y desleal de las autoridades autonómicas de Cataluña.

Considero que, en esta situación, el Jefe del Gobierno Español debe adoptar la actitud que corresponde a su cargo y a su responsabilidad y dejar de hacer comentarios precipitados y poco certeros al hilo de las propuestas trampa de las autoridades secesionistas de Cataluña, máxime toda vez que con su persistente estratagema éstas pretenden obtener un protagonismo y (si pudieran) una legitimidad que en ningún caso les corresponden.

Una conjura secesionista en avanzado estado de gestación exige la adopción de medidas urgentes y adecuadas desde la superioridad legal y democrática propia y exclusiva de los representantes de un Estado de Derecho.

Y, para llamamientos al pueblo, ahí va el mío: ¡Españoles, la Patria está en peligro, acudamos a defenderla!