El socialismo en el futuro de España (II)
Toda vez que el debate protagonizado, días pasados, en TV por Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López se inscribía en el proceso para cubrir la Secretaría General del PSOE, se comprende que estuviera marcado por tensiones ideológicas y territoriales, sobre todo a partir del momento en el que el segundo de los citados hizo pública y explícitamente suyo el postulado de que Cataluña es una nación.
Como evidentemente ese postulado le fue inculcado/inoculado por personas del entorno de Iceta, cabecilla del partido de los falsos socialistas catalanes (PSC), estamos obligados a pensar que, de acuerdo con sus planes, los separatistas catalanes no sólo han estado presentes en el debate inicial sino que además van a estar presentes, de manera cada vez más activa, en las acciones subsiguientes del PSOE, ya sea por persona interpuesta o de manera directa.
En estos momentos y en un futuro inmediato, la persona interpuesta es Pedro Sánchez, ambicioso indigente intelectual llamado a provocar la escisión interna del PSOE y, simultáneamente, tender la línea que ha de unir la rama escindida de éste con el núcleo más insolidario y rupturista de la burguesía catalana, congregado en torno a Puigdemont, a través de los Iceta, los Iglesias y las Colau.
En esa línea táctico-estratégica podemos/debemos situar la próxima presentación del referéndum separatista en la capital de España a cargo de Puigdemont, que ha contado y cuenta con la mediación de Ada Colau ante la alcaldesa Carmena y ha elegido a Pablo Iglesias como solícito y solicitado invitado de honor.
Las líneas maestras ya están trazadas y una vez más responden a la envolvente catalana. En esta, como en todas las variantes del tocomocho, se explota siempre la ambición de seres humanos que se tienen por listos y enterados.
Ante semejante panorama, la corriente oficialista del PSOE está obligada a ganar la batalla y hacerse con las riendas del partido para convertirlo nuevamente en el gran referente de la izquierda española.
Imagino que su fracaso pondría en grave peligro la persistencia de esta formación y, sobre todo, la persistencia de España como patria histórica de todos los españoles.
Mientras tanto, los separatistas catalanes siguen adelante con su conjura.
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