Hora del cambio en Cataluña
Indicios cada vez más numerosos y concluyentes nos dicen que el separatismo catalán está a punto de sufrir la mayor derrota de su historia reciente.
Derrota que, por su magnitud, podría sumergir definitivamente al movimiento separatista en las simas del irredentismo.
Simultáneamente, en esta región que fue marca y todavía hoy es patria de una numerosa comunidad de lengua y sentimiento españoles han empezado a surgir con fuerza iniciativas individuales y colectivas dispuestas a defender los derechos constitucionales de sus miembros, empezando por el derecho a aprender y a utilizar con plena libertad su lengua materna, derechos subvertidos por el separatismo institucionalizado e institucionalmente opresor por espacio de más de cuatro décadas.
En cualquier caso, considero que es obligación ineludible y urgente del Gobierno de España restablecer el orden constitucional en Cataluña y devolver a sus ciudadanos los derechos democráticos que les han sido arrebatados, sin entrar en componendas políticas marcadas por el apremio y el oportunismo.
A mi modo de ver, lo que se ha vivido y se está viviendo aún hoy en Cataluña –el reto en actitud de rebeldía de una oligarquía regional al Estado de derecho– no debe repetirse.
Evidentemente, el riesgo para España y los españoles aumenta con cada nueva intentona.