Alcaldes okupas (Com Sabadell no hi ha res)
Se me ha ocurrido la idea de que, en cierto modo, los separatistas que, cumpliendo órdenes superiores, se instalan en las instituciones públicas, nacionales, autonómicas o municipales, y, al poco tiempo, se apoderan de ellas por la vía del engaño o la amenaza, cuando no por la vía combinada o compuesta, sin tener en cuenta para nada los preceptos constitucionales, actúan como esos okupas que se cuelan furtivamente en una vivienda y se la apropian, hasta el punto de obligar a abandonarla a su legítimo ocupante –propietario o arrendatario–, si es que no le impiden la entrada por la democrática vía del leñazo.
A mi modo de ver, en la actual comunidad autónoma de Cataluña hay muchos de tales seres. Todos o casi todos ellos poseen uno de esos carnés de demócrata —carta blanca— que la Comisaría de Control Social, dependiente de la Generalidad, entrega gratis et amore a los ciudadanos más adictos y más activos en la defensa-imposición del credo catalanista-independentista de su futuro Estado.
Y, también a mi modo de ver, el batlle de Sabadell, al que, evidentemente, no tengo por mi alcalde, es uno de esos desgraciados afortunados. Ocupa su cargo como okupa y cobra por no cumplir la ley y hacer que no se cumpla.
Consigna: el día de la victoria –¿o será el día de la derrota?– no debe haber ni un solo nombre español en todo el país.
Pantomimas y mojigangas pseudodemocráticas aparte.