El PP de García Albiol
En las elecciones catalanas del próximo 21 de diciembre se puede ver con toda nitidez un frente con dos bloques: un bloque empeñado en la defensa de la Constitución y la unidad de España, y un bloque decidido a transgredir definitivamente nuestra Carta Magna y, si le es dado, acabar de una vez por todas con España como unidad política y social de cuño histórico.
En principio, el bloque constitucionalista tiene a su favor la Ley y el Estado de derecho, mientras que el bloque rupturista cuenta ante todo con las armas que le proporcionan la perfidia y la habilidad de sus dirigentes para las diferentes modalidades del juego sucio, campo en el que son prácticamente invencibles o, al menos, irreductibles.
En teoría, los constitucionalistas son mayoría; los rupturistas, siempre en minoría sobre el papel, son más activos, más codiciosos y, sobre todo, no tienen cortapisas a la hora de intrigar, mentir y engañar.
En síntesis, los constitucionalistas defienden la unidad de España y la unión de todos los españoles, mientras que los rupturistas aspiran a romperlo todo para quedarse con todo.
Así, pues, lucha desigual y, no obstante, equilibrada o, al menos, de resultado incierto.
Mi posición es tan clara como tajante, pues estoy a favor de la unidad y la unión. Votaré a García Albiol, a sabiendas de que eso equivale a votar al PP.
¿Hay algo mejor?
A mi modo de ver, en estos momentos el futuro de España como la hemos conocido y la conocemos depende en buena medida, cuando no totalmente, de este partido.
Tengo a Xavier García Albiol por un catalán sin el mínimo atisbo de separatismo.
Lealtad en estado puro.
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