Artículos de febrero de 2018

La intentona secesionista a juicio

Me inclino a pensar que los separatistas catalanes eran (¿plenamente?) conscientes de la endeblez de su plan. Imagino que no pretendían imponerse al Gobierno de España  sino únicamente tomarle el pulso. Mejor dicho, asustarlo. Y, sobre todo, avanzar hacia su meta por la vía de la trampa sistemática.

Cabe imaginar asimismo que, en esos momentos, los sediciosos  estaban convencidos o casi convencidos  de que, nada más ver su tramoya en la línea de los dos millones y medio de manifestantes, el Gobieno español, atenazado por el pánico,  se avendría a parlamentar con los cabecillas de los sediciosos y aceptaría su propuesta capital: una república catalana en el marco de un Estado federal y con los mismos derechos, no obligaciones, que el Reino de España.  Un paso más, tal vez el penúltimo, antes de alcanzar el objetivo final.

La cuadratura del círculo: Cataluña dentro de España, pero al mismo tiempo España fuera de Cataluña.  Para ellos, derechos y privilegios; para nosotros, cargas y obligaciones.

Ahora, los sediciosos tendrán que comparecer ante la justicia española por delitos que son todo un catálogo de deslealtades. Imagino que unas cincuenta personas como responsables directos de la sedición, encabezadas por el mayor Josep Lluís Trapero y seguidas por los activistas  Jordi   Sánchez, líder de la ANC, y  Jordi Cuixart, líder de Òmnium Cultural. A ellos se sumarán con toda seguridad los miembros del Govern que dictaron y/o ejecutaron  órdenes contrarias a la Constitución vigente en todo el territorio español.

Fuera de la acción de la justicia quedarán probablemente muchos de los que atizaron el fuego más o menos a escondidas. Hablo en concreto y a guisa de ejemplo de Artur Mas y de la cadena humana que llega hasta el clan de los Pujol.

Quiero pensar que prófugos y huidos serán juzgados en rebeldía y tarde o temprano tendrán que buscar vivienda y trabajo en el país de acogida.

Con ello probablemente se cerrará el capítulo más ominoso de la historia reciente de un colectivo humano, ni pueblo ni nación, que hizo bandera de la deslealtad.

Dos posibilidades y una solución para España

En estos momentos, una de las posibilidades que aparecen en el horizonte de la política española es, a mi entender,  que el ciudadano Rivera y sus conmilitones se apoderen definitivamente del centro derecha nacional aprovechando, de una parte, el atractivo de su mensaje para los conciudadanos de menos de cincuenta años y, de otra parte, la aversión de éstos, incluido un buen número de catalanes, a Mariano Rajoy, su manera de hacer política y, en no menor medida, su apego a un pasado marcado de manera indeleble por la corrupción.

Hoy podemos afirmar que el gallego Mariano –hombre con alma de funcionario y daltónico político– sueña con pacificar las tribus peninsulares reinstaurando la alianza de las tres burguesías ibéricas: la castellana, la vasca y la catalana. Como es sabido, la primera es de estirpe feudal; las otras dos, nacidas al calor de la Revolución industrial, son decimonónicas.  Por lo visto, ese es el esquema básico de su Estado de las autonomías.

Una segunda posibilidad consiste, pues, en que, pese a tanto lastre y a tantas  carencias personales, el susodicho consiga mantenerse en el poder otros cuatro años  gracias a la recuperación económica  y a la gestión de las cuentas del Estado por el contable Cristóbal Montoro.

En cambio, si Rivera y los suyos se hacen con el poder, probablemente nos vamos a encontrar, de la noche a la mañana, con el siguiente escenario: un catalán español y, hasta ahora, leal, al frente del Gobierno de España y un catalán ni español ni leal, al frente de la Generalidad de Cataluña.

Resultado: España, su presente y su futuro estarán en manos de catalanes y serán tratados y resueltos por ellos y entre ellos.

¿Será ese el momento, vaticinado en varias ocasiones desde esta página, en el que la parte devore al todo o se tratará simplemente del relevo de una burguesía por otra en la jefatura del Estado, como pretenden ciertos historiadores?

Frente a tan desolador panorama nacional, yo imagino y propongo una España  presidida por un partido sólido y honrado a la derecha y un partido sólido y leal a la izquierda,  los dos unidos por un sentimiento de pertenencia concebido a modo de clave de bóveda y, en consecuencia, por encima de todas las ideologías, empezando, claro está, por la mía.

En definitiva entiendo que, en la Europa del siglo XXI,  las ideologías están al servicio de la sociedad y sólo las sociedades unidas y ordenadas están en condiciones de progresar y acabar con la injusticia en todas sus formas.

Los caudales de una imposible república catalana

Imagino que cualquier persona mínimamente interesada en el tema podría y acaso debería preguntarse con qué caudales cuentan los promotores de la pretendida república catalana para poner en marcha su proyecto y, sobre todo, para hacer frente a los cuantiosísimos gastos que con toda seguridad requieren  la creación y el mantenimiento diario de una administración pública aceptablemente operativa.

Diría  que, hasta ahora,  la pregunta no ha sido ni formulada ni contestada  por los promotores del proyecto.

Y como hasta ahora tampoco sus detractores han abierto la boca, pregunto:   ¿con qué  caudales piensa financiarse la pretendida república catalana?, ¿se puede poner en marcha un proyecto económicamente serio y viable a partir de la situación actual?, ¿hay derecho a pensar que el proyecto de una república catalana independiente es un fraude político, social y sobre todo económico?

Imagino que los que están huidos no van a contestar, pero los que están en la cárcel tal vez deberán hacerlo cuando declaren ante el juez.

Estoy en ascuas.

El frente separatista catalán como modelo subversivo

Los separatistas catalanes, constituidos en un frente unitario e instalados simultánea y alternativamente en la ilegalidad y en la alegalidad o, lo que en este caso es igual, en espacios abiertamente contrarios a la Ley y en limbos legales, pero procurando actuar en lo posible sub specie legalitatis,  se disponen ahora a bombardear al Estado Español, en cuanto titular de nuestro Estado de derecho y sus instituciones, con todo tipo de argucias políticas y jurídicas a modo de artefactos balísticos, desde puntos geográficos situados en ocasiones fuera de su jurisdicción y por tiempo indefinido,  para debilitarlo, socavar su autoridad y, si es posible, destruirlo.

Considero que la actuación de ese frente unitario exige un estudio a fondo pero sobre todo una intervención urgente y certera por parte del Estado de derecho para restablecer cuanto antes el orden constitucional en el conjunto de España e impedir el fortalecimiento y  la propagación del modelo subversivo activado por el secesionismo catalán dentro y fuera de nuestras fronteras.

Se trata de una forma de internacionalización del conflicto catalán infinitamente más peligrosa que la meramente política, puesto que no queda sujeta al control y veto de las instituciones internacionales sino que, entendida como mensaje, va dirigida a movimientos y colectivos empeñados en alterar las fronteras nacionales  de toda Europa y hundir a sus habitantes en un caos más propio de la Edad Media que del siglo XXI.

Los obispos catalanes y el Estado de derecho

Los obispos catalanes, integrantes de la Conferencia Episcopal Tarraconense, han hecho pública una nota colegiada en la que piden la libertad  de Oriol Junqueras, Joaquim Forn, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, encarcelados con carácter preventivo a raíz de los actos de rebelión y sedición cometidos (¿presuntamente?) el pasado día 1 de octubre.

Por lo que he podido entender, en su nota los obispos no exponen ni las causas  del encarcelamiento de los detenidos -el delito o los delitos de los que son acusados- ni las razones aducidas por los representantes de la ley para tomar tal medida.

Entiendo que para los miembros de la Conferencia Episcopal Tarraconense aquí no hay ni Estado de derecho ni leyes que todo ciudadano debe respetar.

Nuestro himno, nuestra Patria

Nuestro himno no tiene letra,

nuestra Patria no tiene nombre,

soy un patriota vergonzante y apátrida.

El posproceso

Mientras unos sediciosos, convertidos en transformistas, han buscado refugio en países presuntamente amigos o aliados de rodalies y otros, sin tiempo para montar y escenificar sus respectivas añagazas, continúan implorando la mediación de prelados misericordiosos desde la cárcel, la Justicia sigue su curso con paso lento e inexorable.

A la postre, esa será la realidad que siga al proceso y, con toda probabilidad, esa será la realidad que presida el posproceso.

Y esa será también la hora de la verdad, porque será la hora en la que los (presuntos) sediciosos deberán rendir cuentas ante los representantes de la Justicia.

Por lo demás, si  es cierto que, como sostiene Martin Heidegger, al ser le va el ser en el ser, yo entiendo que los españoles estuvimos a punto de perder nuestro ser un 1 de octubre.

Fecha histórica: fin del proceso, inicio del posproceso.

Eppur si muove…

Oficialmente, el separatismo catalán ha sido  derrotado y sus principales cabecillas van a tener que comparecer ante la Justicia para dar cuenta de sus actos (presuntamente) delictivos en relación con la proclamación -fallida, no simbólica- de la república catalana.

Es cierto que los miembros de la Conferencia Episcopal Catalana habrían preferido que esos y otros presuntos sediciosos hubieran sido puestos en libertad, pero no parece que esta vez vaya a ser así. A lo mejor es que tienen que seguir mediando.

También es verdad que, al margen de pleitos y procesos,  las organizaciones separatistas siguen en pie de guerra y actuando conjuntamente  como una auténtica apisonadora social.

La bestia ha sido reducida, eppur si muove.

Guerra sucia y separatismo

El separatismo catalán no sólo ha salido con vida de su enfrentamiento con el Estado español, incluido el artículo 155 de la Constitución vigente, sino  que, una vez recuperado del susto, ha vuelto a echar mano de su hoja de ruta con toda una panoplia de intervenciones que evidentemente tienen por objeto poner en jaque permanente al Gobierno de Mariano Rajoy.

Guerra sucia basada en  golpes tácticos como plantes y desplantes con carácter de desobediencia institucional  y actos públicos o semipúblicos a cargo de organizaciones adictas, formadas e informadas.

Con ello se pretende ir caldeando el ambiente para la escenificación de una jornada de desobediencia de todas las instituciones catalanas.

Oficialmente, ésta será protagonizada por la sociedad civil, no por los partidos políticos ni por sus líderes,  y, como es lógico, contará con el plácet de la Conferencia Episcopal Tarraconense en pleno.

Lo dicho: la guerra sucia es el elemento y el alimento de los separatistas catalanes.

Mensajes subversivos

Considero que el Gobierno de España debería perseguir por vía legal, de manera inmediata y contundente, la actividad subversiva de los medios de comunicación, y, muy concretamente, la información emitida por canales de televisión como la cuatro y la sexta, información siempre tendenciosa y contraria a los intereses de los españoles y siempre favorable a los postulados de los separatistas catalanes.

Roures y los suyos siguen activos; diría que más activos que antes del golpe de Estado. Para mí eso significa que han ganado el envite, y ellos así lo creen.

Responsabilidad-irresponsabilidad de nuestros independentistas

Un economista acaba de manifestar en la sexta que, si Barcelona pierde el Mobile World Congress, será responsabilidad entera  y exclusiva de los independentistas; yo añadiría que del mismo modo que ha sido  responsabilidad  entera y exclusiva de esos independentistas que, a fecha de hoy,  se hayan marchado de Cataluña más de cuatro mil empresas y que la sangría continúe.

Pregunta: ¿qué persiguen los independentistas al empobrecer deliberadamente  el país -su país- al que tanto dicen querer?

Yo diría que ahí actúa un sentimiento de amor-odio de índole genética, hereditaria y patológica  como la doblez que, a mi modo de ver, los distingue y caracteriza como comunidad humana.

Masoquismo + doblez = frustración = irredentismo.

En cualquier caso, enigmas y estigmas psicológicos del ser humano en cuanto criatura alienada.

Dos formas de corrupción y dos tipos de corruptos: la gran traición de Pablo Iglesias

Pablo Iglesias, a quien no profeso ninguna estima como conciudadano y líder político,  habla a menudo, y a mi entender con todo derecho y plena razón, de la corrupción del PP en asuntos de dinero, corrupción que personalmente considero que fue endémica e incluso poco menos que sistémica en el pasado y que todavía hoy, marzo de 2018, sigue pesando sobre la conciencia y la actividad pública de no pocos de sus dirigentes.

Ante tamaño problema, el funcionario Rajoy decidió optar por la solución más cómoda; echar tierra encima de los casos de corrupción en su conjunto y confiarlo todo a la acción sanadora del tiempo.

Y  se lo hizo saber e impuso a sus subalternos  en forma de punto programático fijo y obligado.

Simultáneamente, Pablo Iglesias ha venido reforzando progresivamente los contactos con el separatismo catalán, concretamente con Ada Colau, persona que, a pesar de su máscara  de activista social entregada a la causa de los más necesitados de Cataluña, en su mayoría de lengua española, es en realidad un agente del sector de la burguesía condal constituido en núcleo duro del secesionismo catalán.

Lo sepa o no lo sepa, a ese sector de la burguesía condal viene dando Pablo Iglesias su apoyo.

En mi opinión, se trata de una relación contra natura  en la que veo la gran traición de Pablo Iglesias al conjunto de los españoles, además de un caso flagrante de corrupción ideológica.

¿Consciente?, ¿inconsciente?