La falacia del abad
A mi modo de ver y entender, el hombre de Dios es más conocido de los españoles por sus declaraciones políticas que por sus mensajes religiosos de inspiración cristiana y ecuménica.
Como figura destacada del independentismo militante, este hombre de Dios no duda en rezar y en pedir que se rece por aquellos compatriotas suyos que se encuentran en prisión preventiva bajo la acusación de haber cometido delitos graves contra las leyes de un Estado de derecho llamado España.
Nombre prohibido, legislación inexistente.
El hombre de Dios se llama Josep Maria Soler y ostenta el cargo de abad de Montserrat.
En su petición, el hombre de Dios y abad de Montserrat pide para los encausados, además de oraciones, que sean puestos en libertad, pero sin mencionar nunca los delitos de los que se les acusa y los motivos por los que los representantes de la Justicia decidieron encarcelarlos con carácter preventivo.
Para el hombre de Dios y abad de Montserrat, los angelitos no han hecho nada presuntamente ilegal y/o delictivo. O, si lo han hecho, se lo calla, como se calla deliberadamente que España es hoy un Estado de derecho y que todos sus ciudadanos -incluidos los independentistas catalanes y, dentro de éstos, él mismo- están obligados a cumplir sus leyes.
Entiendo asimismo que, como el hombre de Dios y abad de Montserrat oculta deliberada y protectoramente una parte esencial de la realidad que motiva su petición, la propuesta que formula responde a una falsedad expositiva y a una falacia argumental.
Esa es para mí la falacia del abad.