La envolvente catalana: un prólogo y dos etapas
El prólogo de la envolvente catalana tuvo lugar hace ya como cuatro décadas y fue todo un éxito para los nuevos conjurados, en especial para sus ideólogos y programadores por entonces exégetas precoces y aventajados de Gramsci. Básicamente consistió en apoderarse del PSOE de Cataluña, lo que equivale a decir de toda la izquierda regional, empezando por su dirección, para luego desnaturalizar el voto de sus militantes, obreros españoles, y convertirlo en voto separatista y proceder a su consiguiente comercialización.
Así fue y así consta en la historia de Cataluña desde el momento en el que ésta dejó de estar protagonizada y escrita entera y exclusivamente por separatistas y amanuenses a su servicio.
Aun así, neutralizado el voto español de izquierdas y neutralizada desde un principio la entera comunidad de lengua española de esta región más que región, los separatistas catalanes -siempre atentos a su programa y su hoja de ruta- se apoderaron, una tras otra, de todas las instituciones de decisión y representación democrática de la recién creada autonomía e instalaron en ella una dictadura encubierta por vía de los hechos consumados.
Lo suyo y lo de siempre.
Ahora, en Cataluña la política la hacían los catalanes, sólo los catalanes, tanto para ellos como para los no catalanes. Con ello se cumplía el sueño histórico del catalanismo y quedaba consolidada la primera etapa de su envolvente.
Pero ya entonces estaba en marcha la segunda fase de lo que ellos llaman ahora proceso. Su objetivo último es el dominio de España por las élites catalanas pasando por la desnaturalización y desintegración de nuestra patria como nación histórica, sociedad unitaria y realidad política.
En esas están.
Para ello cuentan no sólo con el apoyo, ora tácito ora explícito, de las incontables fuerzas destructivas de nuestra maltrecha piel de toro sino también, justo en este momento histórico, con la perversa ambición de un ignorante metido a dirigente político y la colaboración cainita y suicida de presuntos socialistas que no saben que el socialismo nace de la unión y busca la unión a través de la unión.
Sí, sí, el socialismo no divide, y, si divide, no es socialismo.
Decidme, malditos ignorantes: si le quitáis su unión al pueblo, ¿qué le queda?