La historia sigue
Madeleine Albright, antigua Secretaria de Estado de EEUU y durante décadas autoridad mundial en el ámbito de la gran política, ha venido a decir ahora algo que, por evidente, muchos saben desde hace tiempo.
«Lo que vemos en España con Cataluña ya lo vimos en Yugoslavia».
Y, por evidente, parece oportuno y mínimamente arriesgado continuar con la imaginación el curso de los acontecimientos futuros bajo ese mismo sello y esa misma deriva dentro de la vieja y siempre atomizada Europa.
De momento vamos a citar sólo algunos ejemplos de especial interés para los españoles por su proximidad geográfica y cultural o por su valor ilustrativo.
Después de España, cualquiera que sea el desenlace final de su actual status quo, podría venir la Italia pregaribaldina; concretamente la Italia medieval de las ciudades-estado y las regiones históricas con identidad propia, desde Lombardía hasta Sicilia, sin olvidar las provincias irredentas y los enclaves de lengua alemana y otras varias.
Como en el caso de España, aquí y ahora sólo hará falta que algo o alguien prenda la chispa para que el fuego se propague y cobre proporciones de desastre nacional.
Los intereses en juego son muchos, pero está claro que, en estos momentos, la iniciativa corresponde a las fuerzas destructivas y desintegradoras.
Otro país que estaría en esa lista es Francia, pues, a pesar del fuerte centralismo oficial, es un Estado-nación relativamente extenso, con regiones poseedoras igualmente de historia y lengua propias, y, por lo tanto, propensas a caer en manos de regionalistas y nacionalistas. Bastará con que, llegado el momento, éstos enarbolen sus banderas y encuentren apoyo suficiente dentro y fuera de sus fronteras.
Una región geográfica siempre proclive a la deriva desestabilizadora y desintegradora es el Caucaso, con sus tres estados independientes y sus siete repúblicas autónomas. Aquí la Federación Rusa actúa ora como Gran Hermano protector, ora como Gran Hermano opresor, siempre como gran amenaza.
A mi entender, uno de los mayores peligros, de momento mucho menos visible y mucho menos apremiante, es Baviera, definida oficialmente como Freistaat Bayern (Estado Libre de Baviera) y en la actualidad impulsora de la economía germana junto con otros Länder meridionales.
Como es sabido, diversos países están interesados en la desestabilización de Alemania, aunque sólo sea por su condición de potencia industrial y alma mater de la Unión Europea.
Digamos de paso que, dentro de este contexto, no se entiende muy bien que esa misma Alemania no prestara su apoyo a España, aliada fiel, cuando pudo y, dado el cuadro político de Europa en ese momento, debió prestárselo.
En cualquier caso, un panorama más que preocupante incluso para aquellos que llevan más de cincuenta años intrigando y tramando la destrucción de España.
¿Es posible que, después de hacerla pasar por un caos suicida, la sumerjan en la nihilidad y escapen impunemente con el botín?