Televisados y televidentes
Imagino que, excluido VOX, el debate televisado por la primera en la noche del miércoles, 17 de abril, perdió en autenticidad.
Cada uno de los seis comparecientes se dedicó en esencia a marcar terreno ideológico, social y político como mejor supo y pudo, pero sin arriesgar ni rebasar sus límites en plan de guerra abierta.
En ese sentido el vasco Esteban me hizo pensar no en un continuador de la política de los etarras sino en un burgués catalán. Creo que con ese mismo atuendo pero con otro apellido y otro acento, el hombre podría pasar por el representante del catalanismo de un Duran i Lledia, con su doble moral y su doble lenguaje, siempre medido y comedido.
Quiero creer que la representante del Gobierno respetó el guión recibido para no complicarse la vida y no complicársela a sus compañeros de bancada y viaje. Hablar de violaciones no es una violación, ni siquiera entre mujeres.
Ya vendrá el jefe, y él sí que hablará de política y asuntos de envergadura.
¿Sacará el asunto de los indultos? ¿Cuándo, cómo, dónde?
La chica del PP me decepcionó, pero sólo a medias. Considero que está en la línea de Casado, sólo que por debajo.
Siempre he dicho que España necesita un partido de derechas limpio, y, en mi opinión, eso significa que el PP sigue estando obligado a hacer limpieza. De lo contrario seguirá arrastrando el estigma de la corrupción como un pecado original. Mal para el partido, mal para la derecha, pero sobre todo mal para España.
Rufián estuvo en su sitio y en su papel. Y eso que ha pasado de subalterno a portaveu.
Se ve que el chico le pone ganas.
Lamentablemente para él, no parece probable que supere su condición de prosélito por mucho que se esmerile.
Una cosa es ser catalán de mena y otra muy distinta ser una mena de catalán.