Rebelión sin violencia pero con dolo
Parece ser que las defensas de los encausados en el proceso por el procés se han esforzado en demostrar que en los actos dirigidos y/o protagonizados por éstos no hubo violencia y, en cualquier caso, nunca violencia suficiente para que se los pueda acusar ahora de un delito de rebelión.
Personalmente puedo compartir esa teoría pero haciendo constar que, en este caso concreto, la falta de violencia en la fase inicial del levantamiento contra el orden constitucional vigente en el Estado español respondió a un plan minuciosamente elaborado para eludir ese delito respetando la letra de la Ley pero infringiendo gravísimamente su espíritu.
Tanto es así que utilizaron niños y ancianos como fuerza disuasoria, no de choque. Naturalmente, detrás estaban los rebeldes/alborotadores y, en último término, los líderes y responsables políticos.
Con alguna variante formal, lo de siempre, como siempre.
Pienso que la política de la puta i la Ramoneta da mucho juego y, sobre todo, ayuda a sobrevivir basculando eternamente entre la guerra sucia de fondo y la rebelión simulada o disimulada en la escena pública.
Conclusión: frustración e irredentismo.