Pedro Sánchez versus Albert Rivera y más allá
Considero que en estos momentos Pedro Sánchez domina claramente la escena política española, después de haberse impuesto con habilidad tanto a sus compañeros de partido y a sus posibles aliados de gobierno en la izquierda y en la derecha como al bloque dirigido por el PP. ahora y siempre su antagonista natural.
Los continuos y graves errores cometidos por Pablo Iglesias cristalizaron en una situación límite para él tras las últimas elecciones generales. Los críticos le responsabilizaron de los pobres resultados obtenidos por su formación y pidieron su cabeza.
El otrora líder carismático buscó entonces su salvación en una alianza/pacto de gobierno con Pedro Sánchez que de momento no se ha producido y no parece probable que vaya a producirse.
De hecho estamos ante un político empoderado y un líder devaluado y, posiblemente, fracasado.
Tras la mutación del tradicional bipartidismo español en un bloque tricéfalo de derechas y un bloque bicéfalo de izquierdas, la política nacional parece estar presidida ahora por lo que ha dado en llamarse geometría variable.
A falta de mayorías absolutas naturales o, al menos, ideológicamente unitarias, se crean mayorías absolutas sobre la marcha combinando fuerzas dispares y, si es necesario, incluso antagónicas para hacer frente a la situación y salir del trance.
Entiendo que esa nueva manera de formar gobierno y gobernar es el resultado natural y obligado del llamado Estado de las autonomías y su atomización de España, nación y sociedad.
Mientras tanto, nuestra vieja derecha, incapaz de liberarse de una vez por todas de su atávica corrupción y empeñada en taparla echando años encima, no acierta a comparecer en la escena política con personas jóvenes de talla intelectual y política, totalmente ajenas a un pasado nada ejemplar.
En mi opinión, ese es el caso del PP y su gran problema.
Con referencia a VOX puedo decir que, a mi entender, el líder de un partido de extrema derecha debe ser más radical que Abascal. Pienso que su parroquia lo exige.
A mí, atrapado de por vida en el nostálgico patriotismo del emigrante, me tiran los desfiles de los legionarios y las procesiones con el Cristo de la Buena Muerte, pero, claro, lo mío es patológico.
Al menos, esa vena.
Quincalla personal aparte, considero que Albert Rivera es la estrella emergente en el ámbito de la derecha española. Como catalán consciente de su hecho diferencial, tiene por norma hacer sus presentaciones en público con una declaración rotunda de españolidad. Yo he llegado a pensar y creer que el muchacho es sincero.
El proyecto del que forma parte y/o en el que le han metido es otra cosa.
En cualquier caso, tengo mis dudas de que el inteligente y ambicioso Albert Rivera llegue a dirigir la derecha española asentada en Madrid, capital de todas las Españas.
De momento tenemos que, mientras los Torra, Puigdemont y Junqueras intrigan día y noche en aras de la desintegración del país y la independencia de Cataluña, personas como Batet, Cruz y Borrell ocupan cargos de responsabilidad en el Gobierno de España.
¿Con lealtad?
Personalmente creo que, en definitiva, todos ellos, y otros muchos, forman parte de la Envolvente catalana. Y también Albert Rivera, como pieza clave.
Lo que no sé es hasta dónde llegará la actividad de éste y si será sustituido en la fase terminal/inaugural por un político catalán de bajo perfil, que es lo que me inclino a pensar en estos momentos.