Pablo Iglesias o la pulsión autodestructiva del interfecto
Quiero pensar que, en atención a su currículum vital, a Pablo Iglesias se le podría definir hoy como falso intelectual, falso ilustrado y, por supuesto, falso político de extrema izquierda o falso bolchevique.
Cabe imaginar que para la criatura el mundo gira en torno a él y su cacumen.
Por eso, en las circunstancias políticas que vive ahora España, marcadas por la interinidad, el equipo de gobierno presidido por Pedro Sánchez y dirigido por José Luis Ávalos no ha tenido que hacer otra cosa que dejarle hablar y actuar para que él solo, solito, se hunda limpiamente en la sima de su ambición por acúmulo de errores y traiciones.
Fin de un falso bolchevique con casoplón y servicio.
Yo a eso lo llamo la pulsión autodestructiva del interfecto.