Montserrat: entre una velada con dos velas y el juego de la puta i la Ramoneta
Entiendo que el abad de Montserrat como responsable primero y principal de la abadía y sus actividades abre cristiana y generosamente las puertas del recinto sagrado a un grupo de devotos feligreses y luego el monasterio emite un comunicado en el que hace constar que «no es promotor ni se adhiere institucionalmente a la velada», pues «Montserrat es la casa de todos y no se posiciona ni a favor ni en contra de acciones políticas concretas».
Todo ello, muy santo y muy cristiano.
Aun así, entiendo que tanto el abad y el monasterio como los ciudadanos en general saben o están en condiciones de saber que esos devotos feligreses apoyan -no siempre por procedimientos legítimos y lícitos- a personas que están en situación de prisión preventiva y a punto de ser juzgadas bajo la acusación de haber infringido gravísimamente las leyes de un Estado de derecho llamado Reino de España, del que esas personas son ciudadanos de pleno derecho.
Y, como esos ciudadanos gozan de todos sus derechos constitucionales, el ofrecimiento de la institución eclesiástica y su abad me parece algo así como poner una vela a Dios y otra al demonio o, dicho en vernáculo, jugar a la puta i la Ramoneta.
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