¿Quim Torra, golem rebelde de la burguesía catalana?
Cuenta la leyenda que el rabino Yehuda Löw ben Becalel, hombre de Dios que vivió en la Praga del siglo XVI bajo el reinado del emperador Rodolfo II, tenía un golem que, siguiendo sus órdenes, realizaba con fruición y entrega las tareas más duras e ingratas de la casa, como acarrear agua, cortar leña, mantener siempre vivo el fuego del hogar, cuidar de los animales domésticos y procurar que todo se mantuviera en orden.
Fiel a la tradición hebrea, el rabino Löw se había procurado un golem modelando con arcilla una rudimentaria y grotesca figura cuasi humana, a la que, acto seguido, había infundido vida introduciéndole en la boca el shem, fórmula y rito consistentes en una pequeña tira de pergamino con una inscripción taumatúrgica y el nombre sagrado de Yahvé.
El piadoso rabino ponía mucho esmero en retirar el shem de la boca de su criado todos los viernes por la tarde para que este respetara escrupulosamente el sabat y se lo volvía a introducir a fin de que, una vez cumplido el precepto, recuperara el impulso vital y volviera a sus quehaceres.
Pero ocurrió que un día, cuando el rabino Löw estaba en la sinagoga, se presentaron ante él varios criados suyos para decirle que el golem había montado en cólera y lo estaba destrozando todo e incluso agrediendo a las personas.
El hombre de Dios salió corriendo y, tan pronto como tuvo delante a su enfurecido criado, extendió los brazos, fijó la mirada en él y, en un abrir y cerrar de ojos, le extrajo de la boca el shem. En el mismo instante, la pobre criatura se desplomó y quedó reducida a su condición primigenia de masa inerte y amorfa de arcilla.
Y cuenta la leyenda que así permaneció hasta que, transcurridos varios siglos, se convirtió en polvo.
¿Será ese el destino de Quim Torra, el subalterno que, después de ser designado por la burguesía catalana para llevar a cabo su programa político, ha decidido actuar por su cuenta y destruir el patrimonio acumulado por ésta durante más de doscientos años de trabajo empresarial?