Sobre el saber laico, lo contingente y el ser
Entiendo que, frente a la antinomia opresión : sumisión basada ab origine en el estado de naturaleza pero pronto provista de una trayectoria curricular mítico-religiosa y, acto seguido, propugnada por cosmogonías y cosmovisiones de corte tradicional con valor de ideologías portadoras de diversas formas de alienación individual y colectiva, todas ellas aferradas a una perennidad y una inmutabilidad de cuño fatalista, el saber laico, doctrina y praxis, arranca históricamente de un acto de rebelión existencial (Non serviam!) y se manifiesta antes y después como un acto de afirmación epistemológica (Sapere aude!) que, en aras de un nuevo evangelio, quiere hablar de solidaridad universal, humana e incluso cósmica, en el ámbito de la mundanidad.
Entiendo que el ser humano en cuanto algo o alguien que es y existe aquí y ahora pertenece al ámbito de lo contingente.
¿Hay algo o alguien más?
Entiendo que debe de haberlo y debe haberlo.
Mientras tanto quiero entender y entiendo que el ser humano, atrapado en lo contingente, no puede predicar de sí mismo Yo soy el que soy, pues, si en un primer momento se limita a estar ahí (cosificación), después pasa a ser lo que no es (alienación), ya que, por cruel y triste que parezca, en eso va a consistir su existencia en cuanto da sein y Dasein.
¡Yo soy el que no soy! Ich bin der, der ich nicht bin!
A partir de ahí entiendo que, cuando el ser humano predica de sí mismo Yo soy el que soy, incurre en una usurpación blasfema.
¿De momento? ¿Por siempre?