El ser o no ser de España: entre la envolvente catalana y la traición socialista
Entiendo que la envolvente catalana, nombre ideado por el que escribe y suscribe, responde a un esquema modular, básicamente siempre el mismo, y gracias a esta característica puede aplicarse y de hecho ha venido aplicándose durante décadas, incluso simultáneamente, como recurso táctico y plan estratégico.
Para comprenderlo bastará con pensar por un momento, de una parte, en el PSC, de Raventós a Iceta, y verlo a un mismo tiempo como gueto de charnegos y caladero de voto separatista, y, de otra parte, en el ominoso Estado de las autonomías, propugnado, dirigido y controlado por Cataluña, al que, de acuerdo con la conjura rupturista y desintegradora en curso, seguirá un conglomerado de autonomías, erigidas en naciones para la ocasión, bajo la égida de la República catalana, pero sin España y, claro está, sin monarquía.
Y mientras los españoles de la Meseta duermen y nuestros socialistas, ni socialistas ni españoles, tienen que aceptar un pacto de sumisión con Podemos y abandonar toda esperanza de una alianza con el centro derecha socio-político si no quieren perder total y definitivamente sus últimas señas de identidad como referentes de las izquierdas ibéricas, que pasarían inmediatamente, por la mismísima ley de la gravedad, a Podemos o, lo que en este caso es igual, a manos del ambicioso e indigente moral Pablo Iglesias.
Ambicioso e indigente moral, ávido de formar familia con el sector más insolidario de la burguesía catalana, siempre que se le asegure un cargo digno de su personalidad en la nueva república.
Y, si los españoles no nos tomamos verdaderamente en serio el ser o no ser de nuestra Patria, cabe imaginar que, en pocas décadas, de ella no quedará ni rastro.
Lo dicho, de nosotros depende el ser o no ser de España.