España: más allá de la tragedia
Considero que la actual pandemia de coronavirus puede contemplarse como una crisis mundial que está afectando por igual pero con desigual intensidad a las distintas comunidades nacionales, pues desigual ha sido y es, en última instancia, la capacidad de cada una de éstas para afrontarla y combatirla.
Ahí están, a la vista de todos, los varios escenarios y los medios terapéuticos empleados en cada uno de ellos, desde la costa occidental de América hasta el Extremo Oriente, pasando por Eurasia, África y Oceanía.
Crisis planetaria hecha de singularidades sociales y /o nacionales.
Esas peculiaridades también se ponen de manifiesto en el escenario español con su organización político-administrativa.
Me refiero de manera general y concreta al llamado Estado de las autonomías, que se puso en marcha en 1978, coincidiendo con la Transición democrática, con un punto de partida a modo de solución de urgencia (léase componenda) y una hoja de ruta abierta e imprecisa, pero sin un punto de llegada definido (¿deliberadamente?).
Y así sigue.
A mi modo de ver, España es hoy prácticamente un Estado cuasi federal y asimétrico que, por obra de sus dirigentes, trata de romper por todos los medios disponibles, lícitos e ilícitos, legales e ilegales, con su historia como Estado centralizado y unitario.
Los separatistas catalanes dirigen y los españoles de la Meseta, ahora incomprensiblemente sumisos, disgregan y rompen lo que estuvo unido durante siglos, incluso milenios.
Precisamente por eso, y porque pienso que, aun sí, España sigue existiendo, me aferro ingenuamente a la idea de que, gracias a la tragedia del coronavirus, los españoles aprenderán esta dura lección y recuperarán su conciencia nacional.
¿Cuántos siglos de historia nos contemplan?
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