Anna Grau, la artista catalana de las dos lenguas
Diría que la mujer es toda una artista con la lengua. Diría incluso que ahí, en el ámbito de la lengua o, si se prefiere, de las lenguas, la mujer luce sus encantos y recursos prêt-à-porter, que son muchos. Diría incluso que la mujer, ayer doncella o, por mejor decir, pubilla, esbrina en cantidad. Y, cuando coge la onda, no hay quien la pare.
Y, que yo sepa, ni quien la iguale, de momento.
Lo suyo es un condumio o potaje gramaticalmente inmundo pero con caliu, al menos para alguien que como yo chamulla un catalán de rodalies.
Con ello no quiero ni pensar ni decir que la buena mujer, nunca señora en el ámbito de las lenguas, se entregue al fácil y socorrido juego de la puta i la Ramoneta, pues considero que lo que ella hace es situarse por encima de las normas de nuestra docta Institución y, allí, montar su propio chiringuito de quincalla y baratijas lingüísticas, literarias, sociales, políticas, actuales y marginales en un revoltijo infame…
O sea, una enteradilla con inquietudes intelectuales y olfato para la pasta gansa.
Pero el caso es que la buena mujer, nunca señora en el salón de la gramática, lo vende todo, y lo vende a los de derechas, a los de izquierdas, a los burgueses catalanes separatistas y, para no ser menos, a los burgueses de la Meseta, otrora terratenientes.
En pocas palabras, la buena señora empezó escribiendo para Avui, marca del separatismo catalán de ayer, y hoy lo hace -supongo que con idéntica fruición y entrega- para ABC, diario que ha sido y es de todos los españoles.