¿Derogación de la Monarquía parlamentaria?
En los últimos tiempos, numerosos acontecimientos políticos de nuestra doliente y dolida España se empeñan en confirmarnos cada día que la destrucción de nuestra Patria tal como la hemos conocido y querido sigue su curso inexorable de acuerdo con la agenda elaborada y fijada en un momento preciso de la llamada Transición democrática.
O, para ser rigurosos, bastante antes.
Entiendo que en realidad la Transición fue sólo un apaño para pasar, sin traumas mayores ni rebotes violentos, de la Dictadura militar de Franco y los franquistas, cuando todos los españoles éramos franquistas, a esa República que nuestra falsa y siempre desleal izquierda quiere ofrecer cuanto antes a la no menos falsa y desleal burguesía catalana como prueba de fraternidad en un acto histórico de confraternización.
Así, pues, se repite una escena ya conocida y vivida de la historia de España pero al mismo tiempo se le añade la escena, básicamente inédita, correspondiente a Cataluña y a todas las regiones, autonomías y/o naciúnculas que decidan sumarse al disparatado y macabro happening.
Los representantes de nuestra Monarquía han cumplido realmente su función de tontos útiles; el padre como pecador y delincuente público; el príncipe, al menos hasta ahora, como hombre falto de la decisión y el coraje que la situación exige.
En resumidas cuentas, una España sin españoles, pero, ahora sí, una República española de izquierda hermanada con una República de Cataluña burguesa y consecuentemente hegemónica en el ámbito peninsular.
¡Se levanta el telón!